Educar con Inteligencia Emocional
También desempeña un papel crucial en el éxito, sobre todo en el ámbito laboral. Así lo demuestran varias investigaciones realizadas a lo largo y ancho de todo el mundo en las cuales se han analizado diferentes profesiones.
La importancia de la Inteligencia Emocional
Un estudio desarrollado en Oriente Medio analizó a 418 directivos de diferente nivel que trabajaban en varias empresas y organizaciones. Estos psicólogos descubrieron que la inteligencia Emocional era uno de los principales factores para predecir si la persona tendría una carrera en ascenso o no. Al comparar a quienes habían llegado más alto con aquellos que se encontraban en niveles inferiores en la cadena de mando, se halló que la Inteligencia Emocional era la responsable del 58% de las variaciones.
Otro estudio, esta vez realizado en Estados Unidos, analizó a 30 jugadores de fútbol retirados. En este caso la investigación no se centró en sus logros profesionales sino más bien en el éxito en su vida personal (compréndase: tener buena salud, no haber recurrido a las drogas y mantener buenas relaciones interpersonales). De nuevo, se pudo apreciar que la Inteligencia Emocional podía explicar el 62% de las variaciones.
Obviamente, la Inteligencia Emocional no es una varita mágica que asegura el éxito y una vida más equilibrada y plena, pero no hay dudas de que es un factor importantísimo y que contribuye a desarrollar una sana autoestima.Por eso creo que es fundamental que los padres le enseñen a sus hijos a reconocer y manejar asertivamente sus emociones.
Cómo educar con inteligencia emocional
Educar con inteligencia emocional requiere tener en cuenta las siguientes premisas:
- Reconocer las emociones. El primer paso para desarrollar la Inteligencia Emocional consiste en aprender a identificar las emociones. A partir de los dos años los pequeños ya han madurado lo suficiente como para reconocer los estados emocionales básicos, como la alegría, el miedo, la tristeza y la rabia. Cada vez que notes que está enfadado, triste o contento, házselo notar, igualmente puedes expresarle verbalmente tus emociones o las de otras personas, por un ejemplo, cuando veáis a otro niño está llorando dicirle “ese niño está triste”. También puedes apoyarte en algunos dibujos animados y preguntarle cómo cree que se siente el personaje, de esta manera estarás sentando las primeras bases para desarrollar la empatía.
- Comprender las emociones. Entender la causa de las emociones es tan importante como reconocerlas, de hecho, es el segundo pilar de la Inteligencia Emocional. A partir de los cinco años, aproximadamente, el niño ya es capaz de comprender a la perfección las relaciones causa-efecto por lo que ha llegado el momento de buscar los orígenes de sus estados emocionales. Cuando le notes enfadado, frustrado o con miedo, pregúntale qué le ha sucedido. Intenta que el niño comprenda que sus emociones son una reacción ante un estímulo del medio.
- Expresar asertivamente las emociones. Es importante que el niño comprenda que no siempre puede controlar lo que siente, pero sí cómo reacciona ante las diferentes situaciones. Partiendo de esta idea, enséñale a canalizar sus emociones negativas y a expresar con palabras lo que experimenta. A esta edad ya pueden aprender estrategias fáciles y simples, como contar hasta diez antes de responder cuando esté enfadado, sencillas técnicas de respiración, o dar un paseo y después regresar para abordar el problema con la mente más despejada. También te recomiendo que le motives a practicar algún tipo de actividad física, ya que así descargará la tensión cotidiana.
- Desarrollar la empatía. Aproximadamente a los cuatro años el niño comienza a apropiarse de la Teoría de la Mente; es decir, es capaz de ponerse en el lugar del otro, comprender cómo piensa y lo que siente. Aprovecha este momento para estimular la empatía. Cuando haga o diga algo inadecuado que pueda lastimar a alguien, en vez de regañarlo, pregúntale cómo cree que se siente la otra persona. La idea es que le hagas reflexionar y ponerse en el lugar del otro. Si es necesario, explícale que debe asumir la responsabilidad por el daño que ha causado y que debe pedir disculpas.
5. Saber escuchar. No se trata simplemente de enseñarle al niño a que espere su turno en la conversación, sino a que aprenda a escuchar lo que dicen los demás. Preocúpate por estimular la escucha activa y, si notas que no ha comprendido algo, explícaselo. Lo ideal es que fomentes un diálogo entre iguales, donde su opinión también cuente. Si lo notas demasiado callado, pregúntale qué piensa sobre el tema o qué desearía hacer. Aunque su visión del mundo aún sea restringida, este modelo de comunicación le enseña al niño a respetar los criterios de las otras personas y a expresar sus ideas libremente.
Sobre la Autora
Rosario Linares es psicóloga y psicoterapeuta. Fue una de las pioneras en España en integrar en la psicoterapia el trabajo terapéutico, tanto con la parte más racional de nuestro cerebro como con la parte más emocional. Para ello utiliza una metodología innovadora, con herramientas como la hipnosis, EMDR (Eyes Movement Desensitization and Reprocessing), PNL (Programación Neurolin- güística), EFT (Emotional Freedom Techniques), el mindfulness y el coaching.
Actualmente dirige el gabinete de psicología "El Prado Psicólogos", centro psicológico de referen- cia en Madrid en psicoterapia breve y terapias de tercera generación, dónde se trabaja desde una metodología integrativa.
Ha publicado los libros "Resiliencia o la adversidad como oportunidad" y "Duelo y resiliencia. Guía para la reconstrucción emocional", este último junto a su compañera Ana María Egido.
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