Cómo superar un abuso sexual

Categoría: Sexualidad

Tipos de abusos sexuales.

Los abusos sexuales pueden clasificarse en distintos tipos:

  • Sin contacto físico: Propuestas verbales, exhibicionismo u obligar a ver actividades sexuales de otras personas.
  • Con contacto físico: P. ej. caricias o penetración con cualquier tipo de objeto o parte del cuerpo.
  • Explotación sexual: Trata de blancas, tráfico sexual o prostitución, implicar a menores en la pornografía. 
  • Maltrato infantil: Ablación quirúrgica del clítoris, casamiento del menor sin su consentimiento, no velar por la protección del área sexual del menor (negligencia). 

Algunos datos sobre el abuso sexual.

Actualmente hay bastante desinformación sobre el abuso sexual y su ocurrencia, motivo por el que se señalan los siguientes datos:

Sobre el abuso sexual.

  • España registró hasta 400.000 actos de violencia sexual en un año, aunque, según el estudio "Análisis empírico integrado y estimación cuantitativa de los comportamientos sexuales violentos (no consentidos) en España", apenas se detectan el 2% de estos hechos (p. ej. tocamientos en una discoteca o en el metro, acoso sexual en el trabajo, exhibicionismo, forzar a una pareja sexualmente, pedir fotografías a una menor desnuda, etc.). 
  • Según datos recopilados en "El daño psíquico en las víctimas de agresión sexual" (González Fernández y Pardo Fernández), se calcula que, aproximadamente, el 50% de las mujeres víctimas de abuso sexual, el 65% de los hombres y alrededor del 90% de los niños padecen un trastorno de estrés postraumático tras el abuso sexual.
  • De hecho, según el anterior estudio, alrededor del 12% de las víctimas tiene flashbacks de la agresión durante sus relaciones sexuales normales. 
  • Los agresores no tienen un perfil psicológico común.

"Se encontró que el 60% de las doscientas prostitutas de un estudio habían sido abusadas sexualmente cuando eran niñas, por lo que el ser víctima de abuso sexual infantil podría asociarse a una mayor probabilidad de entrar en la prostitución (fuente Save the Children)".

Sobre el abuso sexual a menores.

·    Según Save the Children, sólo reciben ayuda psicológica alrededor del 60% de las víctimas que reconocen o denuncian el abuso sexual infantil (independientemente de su sintomatología).

  • Lo sufren tanto niños como niñas, el agresor casi siempre es conocido (principalmente familiar): En España se calcula que alrededor del 23% de las niñas y el 15% de los niños sufren abusos sexuales antes de los 17 años (según López y colaboradores en "Los abusos sexuales a menores. Lo que recuerdan los adultos").

"Según un estudio reflejado por Save the Children, cuando una niña ha sufrido abuso sexual existe un 2,4% más de probabilidad de que sea violada posteriormente".

  • Un estudio encargado por el Ministerio del Interior a la Universidad de Barcelona (España), recoge que el 25% de los 400.000 ataques sexuales no consentidos fueron contra menores (p. ej. tocamientos).
  • Pocas veces los menores inventan historias que tengan relación con abusos sexuales y cuando lo hacen es generalmente por influencia de un adulto: según los datos recopilados por Save the Children, se estima que entre el 7% y el 30% de denuncias de abuso sexual intrafamiliar dentro de los procesos judiciales sobre custodia son falsos.
  • Según ConnectSafely, alrededor del 25% de la pornografía infantil que circula por la red en EE.UU. ha surgido gracias al sexting (intercambio de contenidos eróticos o pornográficos de uno mismo con otra persona a través de dispositivos electrónicos). 

Sobre la obligación de denunciar en el caso de abuso sexual a un menor.

  • Cualquier profesor puede denunciar la sospecha de abuso sexual a Servicios Sociales de forma anónima, sin necesidad de informar al centro escolar. En este caso, sería Servicios Sociales quienes emitirían el informe y testificarían, no el profesional que informó. 

"Según un artículo publicado en GeoViolenciaSexual, sólo un 15% de los casos de abuso sexual infantil son denunciados. Sin embargo, el 70% de las víctimas refiere que se lo contó a alguien".

  • El psicólogo tiene la obligación ética y legal de informar sobre la sospecha de abuso sexual a fin de prevenir futuros abusos sexuales.

¿Cuáles son los síntomas de un trauma sexual o de una violación?

El abuso sexual es una experiencia estresante y devastadora, que genera un impacto psíquico agudo, cuyas repercusiones pueden manifestarse de forma inmediata tras el trauma o de manera posterior

"Según datos recopilados en 'El daño psíquico en las víctimas de agresión sexual' (González Fernández y Pardo Fernández), se estima que aproximadamente el 80% de las víctimas presentan alteraciones emocionales tras un año del abuso sexual".

Por ello, el daño emocional que supone el abuso sexual puede llevar a la víctima a desarrollar numerosas patologías. Aunque no se trata de un "síndrome de víctimas de abuso sexual", sí que existe una sintomatología frecuente tanto en adultos como en niños: 

  • A nivel físico: Alteraciones del sueño y pesadillas recurrentes, déficit de concentración a corto plazo, cambio de hábitos alimenticios (pudiendo llegar a sufrir desórdenes alimentarios a largo plazo, especialmente bulimia), dificultad para caminar o sentarse, lesiones o desgarros, infecciones en zonas genitales y urinarias, enfermedades venéreas, dolores crónicos generales, problemas gastrointestinales (p. ej. estreñimiento), hipocondría o trastornos psicosomáticos.
  • A nivel conductual: Bajada del rendimiento laboral, consumo de drogas y alcohol, conductas autolesivas o incluso suicidas.
  • A nivel emocional: Dificultad para expresar sentimientos, miedo generalizado o específico (p. ej. a la oscuridad), culpa y vergüenza, agresividad o irritabilidad, ansiedad, labilidad afectiva (cambio brusco, breve e intenso del estado de ánimo), depresión, baja autoestima y sentimientos de estigmatización. A medio-largo plazo los efectos también pueden ser sufrir un trastorno de estrés postraumático, trastorno disociativo de identidad, cambios de personalidad.
  • A nivel sexual: Disminución del deseo, miedo o dificultad para establecer relaciones sexuales (p ej. autovalorándose como objeto sexual), flashbacks de la agresión durante las relaciones sexuales, disfunciones sexuales (p. ej. insatisfacción sexual o fobias sexuales), rechazo al propio cuerpo. También puede darse la hipersexualización por parte de la víctima, realizando una conducta compulsiva o adictiva hacia el sexo (p. ej. masturbación compulsiva), llevar a cabo prácticas de riesgo o violencia sexual, conductas sexualmente seductoras, exhibicionismo, problemas para poner límites sexuales (p. ej. acceder a peticiones desagradables a fin de evitar un intento de abuso sexual).
  • A nivel social: Retraimiento social o aislamiento, déficit en habilidades sociales, conductas antisociales, problemas de relación interpersonal (p. ej. desprecio a las personas del mismo sexo que el agresor), dificultades de vinculación afectiva con los hijos (p. ej. si se ha mantenido reprimido el recuerdo del abuso sexual, la víctima puede revivir el trauma cuando el hijo/a alcanza la edad del hecho).

"No es extraño que los niños víctimas de abuso sexual sientan que sólo les ocurre a los niños malos. Tanto los adultos como los niños pueden tener sentimientos contradictorios al haber podido sentirse halagados por el agresor o por sus caricias en algún momento durante el abuso sexual".

Síntomas específicos de los niños o adolescentes.

Además de la sintomatología anteriormente descrita (descartando aquellos que, por edad, no encajan), los siguientes síntomas también pueden ayudar a detectar que un menor ha sufrido abuso sexual: 

  • A nivel físico: Eneuresis (micción involuntaria) o encopresis (defecación involuntaria) en los niños a corto plazo.
  • A nivel conductual: Empeoramiento del rendimiento escolar, hiperactividad, fugas o conductas delictivas en adolescentes,  cambios en el patrón de juego como no querer jugar solo o repetir una historia. 

"Habitualmente, el niño expresa algunos aspectos de las actividades sexuales en dibujos, fantasías o juegos".

  • A nivel emocional: Dificultad para expresar sentimientos, miedo generalizado o específico (p. ej. a la oscuridad o a irse a dormir), desesperanza o ausencia de perspectiva de futuro
  • A nivel sexual: Conocimiento sexual precoz o inapropiado para la edad, hipersexualización, problemas de identidad sexual (p. ej. ser víctima de abuso sexual infantil por parte de un adulto del mismo sexo puede llevar a pensar a la víctima, erróneamente, que puede convertirse en homosexual).

¿De qué depende la magnitud de las consecuencias del abuso sexual?

Los efectos del abuso dependen de varios factores, tales como:

  • La intensidad y el tipo de abuso: En este caso, no se trata de una variable directa o lineal. P. ej. el uso de la violencia física puede ser menos perjudicial que el ser sometido a una manipulación y amenaza constantes para no revelar el abuso sexual.
  • La duración del abuso: Cuanto más frecuente y prolongado más graves serán sus consecuencias.
  • La identidad del abusador: Los efectos son de mayor envergadura cuando se trata de una persona con quien se mantiene una relación previa. Respecto al número de abusadores, cuando el abuso sexual ha sido perpetrado por varias personas las consecuencias son más graves para la víctima.
  • Personalidad de la víctima: Sus características personales, como su resiliencia o su tendencia a la autoinculpación, pueden modular los efectos del abuso en la víctima.
  • El entorno de la víctima: La reacción de los allegados y su posicionamiento (negación, catastrofismo o apoyo) son claves en el proceso, ya no sólo de revelación, sino en el de recuperación. 
  • Calidad del procedimiento judicial: Es importante que estas personas cuenten con el correcto acompañamiento psicológico durante el proceso judicial, ya que las víctimas pueden sufrir una revictimización secundaria durante el mismo.

¿Cómo reaccionar ante la revelación de que una persona ha sido víctima de un abuso sexual?

Saber cómo reaccionar ante esta situación es complicado. Por ello, a continuación, se ofrecen una serie de recomendaciones:

  • Creer a la persona: No mostrar dudas sobre su testimonio, negando o cuestionando lo sucedido (p. ej. "¿estás seguro?", "habrá sido un malentendido"). Preguntar qué ha sucedido para obtener la máxima información posible, pero sin cuestionar su testimonio. 
  • No culpabilizar a la víctima: El agresor es quien ha hecho algo inadecuado, no hay nada de lo que tenga que avergonzarse la víctima. En el caso de menores, el adulto o la persona de más edad es la responsable de lo ocurrido. 
  • Hacer hincapié en que es posible encontrar una solución: Esto es especialmente importante con los menores. Una frase tranquilizadora como "Has sido muy valiente al decírmelo, vamos a conseguir que esto no vuelva a pasar" es recomendable.
  • Hacer que la persona se sienta orgullosa por haberlo comunicado: Alabar a la persona diciéndole que ha hecho lo correcto, aceptando los sentimientos que pueda tener (p. ej. contra el agresor). En el caso de menores es importante afirmar que, independientemente de lo que sienta la víctima, el adulto le ayudará a que se sienta mejor después. 
  • No convertirse en otra víctima: Expresar angustia por la víctima o el agresor o reaccionar de forma alarmista no ayudará a manejar la situación, sino que generará más malestar en la víctima, llevándole a sentir culpabilidad.
  • Cambiar el trato con la víctima o la rutina: Referirse a la persona como la víctima de manera constante, sobreprotegerla o justificar ciertas conductas desde el abuso sexual (p. ej. dejar de lado su rutina) no es adecuado. Respecto a la expresión afectiva, es recomendable dejar en manos de la víctima el tipo y la frecuencia del contacto afectivo, aunque es adecuado darle muestras de afecto que le puedan consolar (p. ej. decirle al niño "Te quiero como eres y te seguiré queriendo").
  • Acudir a profesionales: Tanto para examinar a la víctima como para poder protegerle a fin de que el abusador no pueda acceder a ella. En este sentido, debe facilitarse que la víctima pueda ser capaz de asimilar y gestionar emocionalmente lo ocurrido, para lo cual suele ser aconsejable acudir a un psicólogo. 

¿Por qué es difícil para la víctima revelar que ha sufrido un abuso sexual?

En ocasiones, puede llevar un tiempo ser consciente o aceptar que se ha sufrido un abuso sexual, siendo el suceso bloqueado inconscientemente en un proceso que se conoce como disociación. Reconocer que se ha sido víctima de un abuso sexual genera repugnancia en la víctima, quien puede desear olvidar lo ocurrido y terminar refugiándose en la negación o minimizar el abuso sexual. Cuando la negación es tan fuerte que ha dado lugar a un proceso de disociación, la víctima suele acudir al psicólogo por la aparición de síntomas como la depresión o trastornos sexuales. 

Por otra parte, la experiencia de un abuso sexual es tan abrumadora que puede hacer que la persona, fruto de la inestabilidad emocional ocasionada, se cuestione si podría haber evitado el abuso sexual o incluso si lo provocó ella. En este sentido, la vivencia del abuso a posteriori no es justa con lo vivido en el pasado, p. ej. la alerta que tendría en la actualidad frente a la que no tuvo entonces por su edad, ignorancia o grado de confianza en el abusador. Asimismo, la vergüenza –fruto de la mezcla al rechazo y el enfado hacia el agresor– puede hacer que la persona se sienta "sucia", "manchada de por vida", lo que reduce su deseo de revelar lo sucedido e incluso a autodespreciarse –a fin de atenuar la vergüenza y dando una falsa ilusión de control sobre el sufrimiento–, buscando pasar página lo más rápidamente posible. 

"El revelar la verdad no es sencillo. Habitualmente se tiene miedo a sufrir daños físicos por parte del agresor, así como a las consecuencias familiares o laborales/escolares que puede suponer la revelación, p. ej. a la estigmatización o el rechazo."

¿Por qué los niños y adolescentes no suelen revelar que han sido víctimas de abuso sexual?

Una de las consecuencias que tiene el abuso sexual infantil a corto plazo es el síndrome de acomodación al abuso sexual infantil, el cual guarda múltiples paralelismos con el síndrome de Estocolmo. Este síndrome lleva al niño a adaptarse al abuso gracias a su implicación y a una distorsión de la realidad. Dicho síndrome se da cuando el agresor es una figura emocionalmente significativa para el niño, como ocurre en el abuso intrafamiliar. 

A continuación, se explican las fases del síndrome de acomodación:

  1. Impotencia: Los niños víctimas de abuso sexual aprenden que no pueden evitar dicho abuso sexual, generando un estado psicológico conocido como indefensión aprendida. Dicho estado hace que el menor perciba el abuso sexual como incontrolable, lo que hará que se sienta paralizado e indefenso ante la situación, reduciendo su posibilidad de actuación (p. ej. pedir ayuda a un adulto de confianza) y volviéndose por ello una persona más vulnerable a sufrir abuso sexual.
  2. Mantenimiento del secreto: La manipulación y la amenaza hacen que el menor tenga una "doble vida", especialmente en los casos de abuso intrafamiliar.
  3. Entrampamiento y acomodación: Cuando el abuso sexual se prolonga en el tiempo, el niño o el adolescente termina asumiendo el papel de pareja del agresor.
  4. Revelación espontánea o forzada: La revelación espontánea normalmente suele darse con un igual, aunque puede producirse de manera forzada por un adulto al ver indicios de abuso sexual.
  5. Retracción: Es frecuente que la víctima albergue sentimientos de culpa, vergüenza o miedo, incluso a pesar de haber una intervención efectiva. Por consiguiente, es importante cuestionarse por qué el niño o el adolescente se retracta. 

¿Cómo se trabaja en la terapia psicológica el trauma por abuso sexual o violación?

La terapia psicológica busca la reparación del daño producido por el abuso, ayudando a la persona a reelaborar la experiencia traumática y facilitando herramientas para su prevención futura. Para ello, el psicólogo trabajará junto a la víctima varios puntos:

  • Ser capaz de reconocer el hecho: Hay casos en los que la víctima es incapaz de reconocer el abuso sexual, a nivel cognitivo (el recuerdo del hecho) y/o emocional (p. ej. un niño que refiere que el agresor le tocaba pero que es muy bueno con él). Para ello, es necesario trabajar los mecanismos de defensa como la negación o la disociación, p. ej. a través de técnicas proyectivas como la caja de arena.

"Mediante la disociación, se separa el conocimiento del hecho de los sentimientos que éste despierta, quedando la emoción anulada. Si este proceso se acentúa, la víctima puede llegar a desconocer sus propios sentimientos y a interferir en su vida cotidiana".

  • Entender por qué y cómo se llega a la agresión: Cuando el proceso terapéutico está avanzando, la víctima se pregunta constantemente por qué abusaron de ella, buscando explicar por qué ocurrió. Se trata de comprender el hecho para poder reprocesarlo e integrarlo, trabajando el sentimiento de culpabilidad de la víctima, sin disculpar al agresor.
  • Recibir educación afectivo-sexual: A fin de aprender cuestiones relativas a la sexualidad y evitar futuras disfunciones sexuales, pudiendo sanar la herida que haya podido dejar el abuso a nivel físico y emocional. Asimismo, se busca fomentar la asertividad sexual (identificar y establecer límites corporales) y la expresión de deseos sexuales para relaciones sexuales futuras (ya que muchas víctimas acceden a peticiones sexuales únicamente a fin de prevenir posibles abusos). 
  • Aprender a gestionar las emociones relacionadas con el suceso: La rabia, la culpa y la vergüenza son emociones habituales en los casos de abuso sexual. No es extraño que esta agresividad u hostilidad esté dirigida hacia sí mismo, quienes intentan separarle del agresor (p. ej. estupro), los progenitores que silenciaron el caso, etc. Para aprender a gestionar estas emociones es importante abordar las distorsiones cognitivas que pueda tener la víctima con respecto al suceso, así como la función de las emociones y enseñarle distintas herramientas con las que poder gestionar sus emociones. P. ej. los niños pueden llegar a pensar que son culpables porque tenían complicidad con el agresor. Por ello, es imprescindible facilitar la elaboración del abuso sexual a través de distintos recursos como técnicas narrativas o EMDR. 
  • Controlar el afecto hacia el agresor: Cuando el abuso sexual es producido por una persona de confianza el agresor se convierte en dos personas en el mundo interior de la víctima (una a la que echa de menos y otra de la que quiere ser protegido). El psicólogo puede ayudar a que la imagen negativa del abusador sexual no impida que la víctima sea capaz de aceptar que también tiene sentimientos de anhelo por la persona con la que está vinculada afectivamente, independientemente del daño que el agresor le ha ocasionado. Por otra parte, es importante tener en cuenta que, aunque no todas las víctimas se convierten en agresores, un porcentaje importante de agresores han sido víctimas, por lo que sería conveniente trabajar en la prevención.
  • Prevenir la revictimización: La revictimización puede darse en el contexto social, p. ej., ante abusos hay personas cercanas que pueden acusar a la víctima de mentir o de exagerar, instigándole a perdonar al agresor, provocando que la víctima se sienta responsable del abuso. Asimismo, es importante que la víctima no construya su identidad sobre la base del abuso, pues puede caer en la revictimización. También es primordial dar herramientas para prevenir otros abusos, p. ej., en el caso de los niños puede ser útil abordar cuestiones como cuáles son los buenos y los malos secretos, qué tipos de muestras de afecto son sanas, etc.
  • Manejar la sintomatología asociada al abuso sexual: Tales como ansiedad, trastornos de conducta, depresión, trastornos alimentarios, etc.
  • Trabajar con la familia en la reparación del daño: Este trabajo se hace con distintos fines, p. ej. para trabajar la respuesta inadecuada que tuvo la familia ante la revelación del abuso o la posterior estigmatización de la víctima. También es importante que la familia comprenda que el abuso sexual no es la causa de todos los problemas de la víctima, sirviendo como excusa para sobreprotegerle. Ofrecer recursos a la familia a fin de detectar un posible nuevo episodio también es importante.

Tarifas.

Estas son las tarifas de los distintos tratamientos de los cuales disponemos en nuestro centro. En una primera entrevista informativa gratuita valoraremos tu caso y te indicaremos cual es el tratamiento más adecuado para ti.

Terapia psicológica.

El precio de cada consulta psicológica es de 85 euros. Ofrecemos un bono descuento de 5 sesiones por 375 euros (75 euros por sesión).

Tratamiento farmacológico.

La primera consulta tiene un precio de 110 euros y las siguientes consultas psiquiátricas tienen un precio de 90 euros.

Para saber más:

Informe de abuso sexual Infantil por Save the Children

Desgraciadamente, Uno de cada cinco niños sufre algún tipo de abuso sexual. En este informe se profundiza sobre el abuso sexual en la infancia.

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Sobre la Autora

Rosario Linares

Rosario Linares es psicóloga y psicoterapeuta. Fue una de las pioneras en España en integrar en la psicoterapia el trabajo terapéutico, tanto con la parte más racional de nuestro cerebro como con la parte más emocional. Para ello utiliza una metodología innovadora, con herramientas como la hipnosis, EMDR (Eyes Movement Desensitization and Reprocessing), PNL (Programación Neurolin- güística), EFT (Emotional Freedom Techniques), el mindfulness y el coaching.

Actualmente dirige el gabinete de psicología "El Prado Psicólogos", centro psicológico de referen- cia en Madrid en psicoterapia breve y terapias de tercera generación, dónde se trabaja desde una metodología integrativa.

Ha publicado los libros "Resiliencia o la adversidad como oportunidad" y "Duelo y resiliencia. Guía para la reconstrucción emocional", este último junto a su compañera Ana María Egido.