Mediación familiar: La mejor solución para llegar a un acuerdo
Si estás valorando si una mediación familiar puede ayudarte a resolver un conflicto te invitamos a seguir leyendo. En El Prado Psicólogos ofrecemos el servicio de mediación familiar en Madrid y mediación online.
La mediación familiar es una alternativa para llegar a un acuerdo sin tener que involucrarse en un juicio cuando se produce una separación matrimonial. Después de años de convivencia, es comprensible que los conflictos sin resolver continúen latentes, por lo que pueden aparecer elevados niveles de hostilidad que dificulten la comunicación. En esos casos, llegar a una separación amistosa no es sencillo, por lo que a veces es necesario recurrir a un mediador familiar, que se encargará de abrir los canales de comunicación y promover un acuerdo.
De hecho, ¿sabías que aproximadamente el 65% de las parejas que optan por el divorcio aducen una falta de comunicación? Por tanto, muchas de las rupturas se producen debido a la falta de entendimiento, un problema que sale a relucir con más fuerza cuando se deben tomar decisiones comunes pero ninguna de las partes desea ceder terreno.
Se estima que entre un 8 y un 15% de las parejas que se separan no logran resolver sus conflictos, ni siquiera después de dos o tres años.
En El Prado Psicólogos ofrecemos un servicio de mediación familiar en caso de divorcio o separación familiar.
Qué es la mediación familiar
La mediación consiste en un proceso de gestión y resolución de conflictos, en el que las partes implicadas tienen la posibilidad de llegar a los acuerdos que consideren más adecuados de cara a resolver la situación conflictiva en la que se encuentran, asistidos en todo momento por uno o más mediadores, los cuales siempre adoptan un papel neutral e imparcial.
El mediador ayuda a las personas inmersas en una situación complicada a que puedan comunicarse entre ellos de una manera más adecuada y facilitar así que puedan tomar por sí mismos las decisiones que consideren o llegar a los acuerdos que estimen más adecuados en función de sus necesidades.
En este tipo de intervención, que puede tener una duración variable según los casos, aunque casi nunca se trata de procesos largos, los mediadores facilitan a través de la comunicación que los participantes puedan entender qué es lo que está ocurriendo entre ellos, que exploren las mejores alternativas posibles para resolver su situación y, en su caso, tomar las decisiones que satisfagan las necesidades de todas las partes en la medida de lo posible.
Por tanto, los acuerdos y las decisiones, en caso de que se puedan llegar a ellas conjuntamente, siempre las tomarán los propios interesados de manera libre y voluntaria, sin la intervención expresa del mediador, pues éste solo facilita la comunicación y favorece la toma de decisiones, pero sin asesorar ni hacer terapia de ningún tipo.
En los casos en los que las decisiones y acuerdos puedan tener consecuencias jurídicas, por ejemplo, en la elaboración de un convenio regulador tras un divorcio, siempre es conveniente que las partes cuenten con el asesoramiento de un abogado que pueda velar por que los acuerdos consensuados no vayan en perjuicio de nadie y estén ajustados a los requerimientos legales.
La mediación en general y, muy especialmente, la mediación familiar, se considera una de las mejores alternativas tanto para desbloquear situaciones complicadas puntuales en los que se encuentren los miembros de una familia, como para llegar a acuerdos y decisiones importantes, sin tener que acabar en un proceso judicial como, por ejemplo: ante un divorcio, la guarda y custodia o la disolución de la sociedad de gananciales (esto es, de las propiedades conjuntas).
Aunque un juez pueda ser una figura imparcial, lo cierto es que acaban tomando las decisiones por parte de los interesados sin conocer realmente sus situaciones y sus vidas, por lo que es habitual que nadie quede del todo satisfecho con las sentencias judiciales. La mediación, en este sentido, suele ser un proceso más satisfactorio que los procesos judiciales, en la medida en que son ellos quienes deciden por sí mismos sobre sus vidas, dándose en muchas ocasiones un mayor grado de cumplimiento de los acuerdos y, sobre todo, mejorando las relaciones entre las partes en conflicto.
Aunque una pareja decida divorciarse y no quieran volver a tener ningún tipo de relación entre ellos, en muchas ocasiones esto no es del todo posible pues tienen hijos menores en común. De una u otra manera, les obligan a tener un mínimo de relación ya no como pareja, pero si como padres, de cara al bienestar de los menores.
Después de años de convivencia y tras la determinación de separarse o divorciarse dos personas, es comprensible que los conflictos sin resolver continúen presentes si no se han abordado adecuadamente, por lo que no es extraño que aparezcan dificultades a la hora de tomar decisiones importantes que deben tomar en conjunto, llegándose en no pocas ocasiones a elevados niveles de hostilidad y convirtiéndose la situación en un círculo vicioso difícil de romper, debido a los problemas de comunicación.
Es importante decir que, aunque la mediación está principalmente enfocada a la búsqueda de alternativas creativas que permita a las partes llegar a acuerdos conjuntos de la mejor manera posible y que satisfagan sus necesidades, la mediación tiene un alcance mucho mayor pues, en muchas ocasiones, lo importante no es tanto llegar a un acuerdo determinado como atender un conflicto relacional de fondo. En estos casos, la mediación facilita el espacio de confianza y seguridad para que las personas implicadas puedan expresar y gestionar su relación de una manera más sana y satisfactoria. De aquí que prefiramos hablar de la mediación como un método alterativo de resolución y de gestión de situaciones conflictivas.
En la mayoría de los casos, pero sobre todo en la mediación familiar, donde las relaciones entre las partes son más estrechas y duraderas, el proceso se suele enfocar tanto a la resolución de conflictos puntuales como en los problemas relacionales generales, que ayuden a mejorar en su conjunto la comunicación, por lo que son dos objetivos complementarios. Ahora bien, es importante separar la mediación familiar del asesoramiento o terapia familiar pues, aunque próximas, tienen sus diferencias en cuanto a objetivos y forma de trabajar.
¿En qué se diferencia la mediación familiar de la terapia familiar?
Tanto la mediación como la terapia implican una intervención en la familia para favorecer el desarrollo de sus miembros. Sin embargo, la terapia familiar implica un proceso de asesoramiento para ayudar a las familias a resolver determinadas crisis o problemas, por lo que a menudo es necesario profundizar en el pasado y conectar la historia familiar con la situación actual. Su principal objetivo es promover un cambio positivo en la dinámica familiar que les ayude a afrontar de mejor manera los retos habituales por los que atraviesa una pareja o familia.
Por su parte, la mediación familiar prioriza la consecución de acuerdos que sean satisfactorios para todos los miembros, aunque sin descuidar los aspectos de la relación y la comunicación, como venimos explicando. Es un trabajo que se centra en el aquí y ahora con vistas al futuro, pero no es un tratamiento propiamente dicho, en la medida que no se dan pautas ni asesoramiento alguno. El mediador adopta un papel menos directivo sin asesorar a las partes, aunque los cambios en las pautas relacionales y de comunicación que se producen pueden llegar a tener efectos terapéuticos. En este sentido, el simple hecho de llegar a un acuerdo puede normalizar las relaciones y restaurar el canal de comunicación que se había perdido.
Principios y características principales de la mediación familiar:
Podríamos decir que los principios fundamentales de la mediación familiar son los siguientes:
1) Participación voluntaria (al menos en España) en el proceso de mediación, lo que implica que en cualquier momento el proceso puede ser interrumpido tanto por las partes como por los mediadores, si se considera que no es el procedimiento más conveniente según las peculiaridades de la familia.
2) Neutralidad e imparcialidad de los mediadores: su papel no es asesorar o dar pautas sobre cómo resolver las personas sus dificultades. Su rol consiste en facilitar la comunicación y la generación de alternativas para sus problemas, a los que siempre tienen que llegar los interesados.
3) Facilitación y fortalecimiento de los recursos y competencias de las personas para resolver sus propios problemas y mejorar sus relaciones (lo que en el ámbito anglosajón se llama empowerment). El componente preventivo de conflictos futuros es importante en este sentido.
4) Respeto a las características, condiciones y peculiaridades de cada persona y familia, pues se entiende que son ellos mismos quienes mejor se conocen y pueden llegar a sus conclusiones si se ponen las condiciones de comunicación oportunas.
5) Generación de un espacio de seguridad y confianza para que, a pesar de las dificultades pasadas, las personas se puedan comunicar de manera franca, honesta y genuina, sin miedo a sufrir ningún riesgo. El mediador velará en todo momento por el equilibrio de las relaciones de poder. Si en algún momento se aprecia que no es posible mantener unas condiciones de igualdad, la mediación podrá concluirse por parte del mediador.
6) Confidencialidad de la información vertida a lo largo del proceso de mediación. Esto quiere decir que las partes se comprometen a no hacer uso de alguna información nueva que se haya vertido en el proceso de la comunicación.
De igual manera, debido al secreto profesional al que está sujeto el mediador, éste no podrá ser llamado a declarar en un juzgado ni estar de parte de alguien en caso de que se produjera un juicio (salvo en casos muy específicos de tipo penal y siempre sujeto a limitaciones que protege la confidencialidad de las partes).
7) Formación técnica y profesional legalmente regulada por parte de los mediadores, quienes tienen que ajustarse a las directrices recogidas en la ley de mediación (Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles).
El papel del mediador familiar
El mediador familiar es una figura clave en el proceso ya que, aunque no tiene poder de decisión, es el encargado de abrir un canal de comunicación entre ambas partes. En ese caso, el rol del psicólogo sería:
- Conducir y mantener bajo control el proceso, en aras de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
- Recabar más información sobre el conflicto de manera que ambas partes cambien su percepción sobre el problema y sea más fácil llegar a un acuerdo.
- Crear un clima apropiado que fomente la comunicación, eliminando todos los obstáculos que le impidan a las personas expresar lo que sienten y quieren.
- Superar los puntos muertos a los cuales se suele llegar en un proceso de negociación.
¿Cómo se desarrolla la mediación familiar?
Las primeras sesiones se focalizan en explicar el proceso de mediación y el papel del mediador familiar. El psicólogo evaluará si la pareja está realmente decidida a resolver el conflicto y si puede sacar provecho de la mediación.
De hecho, el proceso de mediación tiene tres reglas fundamentales que ambas personas deben cumplir:
- La mediación solo es eficaz si ambos están de acuerdo en someterse al proceso.
- Las personas deben estar dispuestas a llegar a una solución y a colaborar a lo largo de la mediación, adoptando una actitud transparente.
- Ambas personas deben comprometerse a respetar las opiniones del otro y a no atacar verbalmente.
Una vez que se establecen los principios básicos de trabajo, comienza la mediación. En este momento se discuten aquellos temas que más preocupan a la pareja y en los cuales no logran ponerse de acuerdo. Cuando se trata de un divorcio, se suele hacer referencia a la custodia de los hijos, la forma de abordar las responsabilidades parentales o la distribución de los bienes comunes.Obviamente, como se trata de temas que incumben a la pareja, es necesario que ambos miembros estén presentes.
En caso de tratarse de una mediación de asociada a un proceso judicial abierto como, por ejemplo, en temas familiares (divorcios, litigios por la custodia o régimen de visitas de los hijos, etc.) el acuerdo al que se pueda llegar en el proceso judicial, previa supervisión de los abogados respectivos, podrá ser homologado por el juez, siempre y cuando esté acorde con el marco legal. En estos casos, el acuerdo al que lleguen las partes de forma libre y voluntaria, podrá ser dado por bueno por el juez, lo que implicaría tener el valor de una sentencia judicial. Es decir, tendría la misma vinculación legal que la sentencia que pudiera emitir el juez en dicho proceso.
¿Cuándo la mediación familiar no es efectiva?
Los conflictos en una pareja suelen estar enquistados y tener una profunda implicación emocional, por lo que no siempre es sencillo solucionarlos. Esto significa que la mediación familiar no se debe comprender como una varita mágica, sino que tiene algunas limitaciones. De hecho, este proceso no es aconsejable cuando:
- Una de las personas no es capaz de asumir los compromisos adquiridos.
- Una de las personas es víctima de violencia, en cuyo caso existiría un desequilibrio de poder que influirá en las decisiones del otro.
La práctica ha demostrado que la actitud que las personas asuman ante el conflicto es fundamental para lograr una mediación exitosa. Se trata de que ambas partes tengan confianza en que es posible llegar a un acuerdo y que estén dispuestos a involucrarse en el proceso. De hecho, la mayoría de las personas que abandonan la mediación lo hacen porque realmente no tienen interés en llegar a un acuerdo o desconfían de su pareja.
Ventajas de la mediación familiar
En un proceso de divorcio, la mediación familiar puede ser una herramienta muy eficaz ya que:
- Acorta el tiempo de resolución del conflicto, evitando una larga cadena de juicios y apelaciones.
- Minimiza los costos económicos, ya que evita las actitudes contenciosas de ambos miembros de la pareja.
- Disminuye el daño psicológico que suelen provocar los conflictos irresueltos, sobre todo si la pareja tiene hijos.
- Restablece los canales de comunicación, promoviendo un acuerdo satisfactorio para ambos y logrando que se produzca una separación amistosa.
- Facilita que ambas partes cumplan los compromisos adquiridos, ya que estos fueron tomados de común acuerdo, no fueron impuestos a través de un juicio.
Aproximadamente un 80% de las parejas que se someten a la mediación familiar valoran positivamente el proceso y se sienten satisfechas con el acuerdo alcanzado.
Mediación familiar en Madrid
En El Prado Psicólogos ofrecemos, junto a nuestra habitual atención psicoterapéutica, un servicio especializado en mediación familiar en Madrid y vía online si os encontráis fuera de Madrid, para atender un buen número de problemáticas y situaciones conflictivas que se producen a lo largo del ciclo vital tanto de la pareja como de la familia. Aunque los casos más frecuentes pueden ser los de separaciones, divorcios y elaboración de un convenio regulador, muchas otras situaciones son objeto de atención de la mediación como, por ejemplo, manejo de situaciones difíciles con hijos adolescentes, problemas relacionales en familias con hijos adoptados, asignación y disputa entre hermanos por la herencia, diferencias interculturales o intergeneracionales, etc.
En El Prado Psicólogos hemos ayudado a muchas parejas y familias a gestionar y resolver sus conflictos. Llámanos al 91 429 93 13 y solicita una entrevista gratuita con uno de nuestros mediadores legalmente acreditados, según las directrices legales vigentes en España. En nuestro centro encontrarás profesionalidad, experiencia, cercanía y trato humano.
Precios de la mediación familiar (en Madrid y on line)
Los precios de la mediación familiar son de 95 euros por cada sesión de 50 minutos. Si como resultado de la mediación el mediador tiene que elaborar un documento con valor legal de cara a un juicio, esto tendrá un coste aparte, y se elaborará un presupuesto que se someterá a la aprobación de los clientes con anterioridad a la realización de dicho documento.
El ahorro que supone contratar los servicios de un mediador familiar y solucionar un conflicto con implicaciones legales mediante un proceso de mediación es considerable, ya que hay que tener en cuenta que un litigio en primera instancia suele costar una media de 10.000 euros según un estudio basado en datos del Banco Mundial, y el coste de un proceso de mediación de media suele suponer menos de una cuarta parte de esta cantidad.