Apego Seguro: El ideal afectivo que marca nuestra vida

Categoría: Emociones

¿Qué es el apego seguro?

El apego seguro es la capacidad para construir y mantener vínculos emocionales profundos y sanos, con capacidad de dar y recibir afecto desde la confianza, la seguridad y la autonomía. Se forma desde los primeros meses de vida a través de la relación con los cuidadores principales, y sus efectos se extienden a lo largo de toda la vida.

Las primeras relaciones con las figuras de apego son la base sobre la que se construye la futura forma de amar, la seguridad y la confianza en los demás y en uno mismo. De hecho, el sentimiento de valía, pertenencia y confianza sirven como ancla para desarrollar capacidades como la regulación emocional, la intimidad con los otros y la autoestima.

Cuando una persona tiene apego seguro, siente bienestar al tener intimidad y muestra gran autonomía, es decir, le es relativamente sencillo estar unido a otras personas y no le preocupa que le abandonen o que alguien esté demasiado unido. Esto hace que sean personas con capacidad para confiar en los otros y, también, resultar ellos confiables. De hecho, son personas que se sienten cómodas al tener cercanía emocional y muestran estabilidad en la regulación de sus emociones, es decir, tienen una buena autoestima y manejan los conflictos de forma adecuada, expresando sus emociones (sin llegar a desbordase o bloquearse emocionalmente).

"La persona con apego seguro se caracteriza por confiar en sí misma y en los demás, sintiendo seguridad".

Principales autores de la teoría del apego

"La teoría del apego fue acuñada por primera vez por J. Bowlby, aunque numerosos autores contribuyeron a su teoría, ampliándola y sustentándola con nuevas aportaciones".

John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista inglés, formuló por primera vez la Teoría del Apego a mediados del S. XX, basándose en su amplia experiencia clínica con niños con problemas emocionales (tanto de clínicas mentales de Londres como de niños evacuados durante la Segunda Guerra Mundial). Bowlby observó que los niños tenían en común la historia de separación temprana o vínculos inestables con sus cuidadores, lo que le llevó a elaborar "La salud mental del niño y su cuidado materno", concluyendo que las personas estamos programadas biológicamente para establecer vínculos afectivos, ya que estos incrementan la probabilidad de supervivencia.

Posteriormente, la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth amplió esta teoría al identificar los distintos tipos de apego mediante de diversos estudios aplicando la técnica de la situación extraña en la década de 1970, que medía cómo la presencia-ausencia de la madre influían en la conducta exploratoria del niño.

Otra figura significativa relacionada con el apego fue René Spitz, psicoanalista y pediatra austriaco-estadounidense. Sus estudios se centraron en bebés y niños (primera infancia) privados de una figura materna estable y amorosa, observándolos en orfanatos y hospitales. Spitz acuñó, en la década de 1940, los términos depresión anaclítica (estado de profunda angustia emocional por la pérdida del vínculo afectivo primario, el cual era reversible antes de los tres meses) y síndrome del hospitalismo (una forma grave de deterioro físico y emocional causado por la privación afectiva). Entre sus conclusiones destacan que la privación afectiva tiene consecuencias devastadoras, pudiendo incluso llevar a la muerte en la primera infancia, a pesar de recibir cuidados físicos.

Respecto a la influencia de la etología del apego, Konrad Lorenz descubrió el imprinting (también conocido como impronta o troquelado), mecanismo innato de fijación y reconocimiento consistente hacia el primer objeto que se mueve visto después de la eclosión o el nacimiento, garantizando así su protección al seguirle. Por su parte, Harry Harlow observó que los monos Rhesus preferían a una "madre" de felpa frente a una de alambre que proporcionaba leche. Estos resultados indican la importancia del contacto emocional, es decir, que el apego no se reduce a momentos de miedo ni se basa exclusivamente en la necesidad de alimentación, sino que hay una necesidad de afecto físico emocional.

Características del apego seguro

Las personas con apego seguro muestran las siguientes características:

  • Tienen una buena autoestima: Tienen sensación de valía personal, de ser queridos por quienes son (no por lo que hacen o sus resultados).

  • Dan y reciben afecto de forma sana: Expresan el afecto y se sienten cómodos cuando alguien se lo expresa. Son capaces de regular el afecto.

  • Agradecen las críticas constructivas, pues las ven como una oportunidad para aprender (confían en su capacidad de mejora) y las interpretan como un gesto de aprecio del otro.

  • Piden ayuda cuando lo necesitan.

  • Muestran una buena autonomía personal: No tienen miedo a estar solos o a no ser aceptados, sólo establecen vínculos sanos, optando por la soledad si no encuentran relaciones recíprocas. En este sentido, se puede afirmar que tienden a hacer una selección de pareja más adecuada.

  • No precisan el contacto constante para sentir seguridad en el vínculo: Se sienten queridos, aunque no haya un intercambio afectivo continuado.

  • Confían en el vínculo: Creen que van a ser aceptados y apoyados por los demás, estableciendo vínculos seguros. No tienen miedo al abandono o al exceso de contacto personal.

  • Tienen ideas más favorables y realistas sobre el amor.

  • Muestran facilidad para la intimidad y el compromiso, pues no les cuesta involucrarse en las relaciones.

  • Elaboran mejor la ruptura: Si tienen motivos para romper, lo hacen con mayor facilidad que el apego inseguro ansioso y mejor que el apego evitativo o aislado. Asimismo, a pesar de su dolor, muestran entereza ante la ruptura y la superan con mayor facilidad.

  • Tienen buenas habilidades sociales.

Fases del desarrollo del apego seguro

En su Teoría del Apego, Bowlby describió cuatro etapas de desarrollo del apego:

  1. Fase de Pre-apego (0 a 2 meses)reflejos innatos que favorecen la interacción.

    El bebé interacciona aplicando una serie de reflejos innatos para atraer la atención de los adultos, garantizando así su supervivencia (p. ej., llora, agarra y orienta su mirada hacia quienes le cuidan, respondiendo de forma positiva a los acercamientos). Aunque aún no muestra conductas de apego, hace una distinción entre su madre (figura de cuidado) y el resto de personas.

  2. Fase de Formación del Apego (2 a 7 meses)aparición de respuestas diferenciales hacia la figura de apego.

    El bebé interactúa de forma diferente con su madre, orientando su conducta y respondiendo de manera clara a ésta (p. ej., sonríe, balbucea más fácilmente o se muestra más tranquilo). En esta fase el bebé comienza a sentir aversión y ansiedad ante la pérdida de contacto humano, respondiendo a la separación de su madre con el mismo malestar que cuando lo hace de otras personas.

  3. Fase de Apego Definido (7 a 24 meses)ansiedad por separación y fuerte vinculación.

    El bebé comienza a mostrar una clara preferencia por su madre, llegando incluso a rechazar el contacto con otras personas y a sufrir ansiedad si ésta se marcha. En esta etapa, sus acciones y el desarrollo de sus habilidades (p. ej., gatear o manipular objetos cercanos) están orientados a conseguir una mayor presencia de ésta.

  4. Fase de Relaciones Recíprocas (24 meses en adelante)comprensión de la ausencia y autorregulación emocional.

    El niño comprende que la ausencia de su madre no es definitiva y que ésta responderá cuando lo necesite, por lo que adquiere la capacidad para calmar su propia ansiedad y, en adelante, no será tan necesaria la presencia física de su madre. Esto lo facilita la aparición del lenguaje, que permite la explicación de su madre y también supone la representación mental de ésta y, por ende, la predicción de su comportamiento.

Cabe destacar que este proceso no siempre culmina con un lazo afectivo sólido y los sentimientos de seguridad del niño, ya que esto dependerá de la calidad de las respuestas afectivas de la madre, que puede estar ausente o ser poco sensible a las necesidades del bebé.

Tipos de apego seguro

A continuación, se describen las características propias del apego seguro acorde a las distintas etapas vitales:

Apego seguro en bebés.

El apego seguro en bebés se manifiesta en la búsqueda de proximidad con la figura de apego, en la exploración activa del entorno y en la capacidad de consolarse rápidamente tras la separación. El apego seguro se forma cuando la figura de apego (el cuidador principal) responde de manera sensible, afectuosa y consistente a las necesidades del bebé. Esto se ve reflejado en su comportamiento:

  • Llora o protesta cuando la figura de apego se va, pero se calma fácilmente cuando ésta regresa (muestra alegría por ello).

  • Tiene curiosidad por el entorno y lo explora con seguridad.

  • Recurre al adulto cuando no tienen la capacidad suficiente para hacer frente a la situación.

Apego seguro en niños.

Los niños con apego seguro son empáticos, sociables, autónomos, expresan sus emociones con libertad y confían en que sus necesidades serán atendidas.

El apego seguro en el niño se desarrolla cuando se mantiene la confianza en la disponibilidad de las figuras de cuidado, confiando en que sabrán atender a sus necesidades físicas y emocionales. El comportamiento de un niño con apego seguro se caracteriza por:

  • Tener curiosidad por su entorno, mostrando una actitud autónoma.

  • Confiar en los demás y en sí mismo.

  • Mostrarse empático y sociable.

  • Expresar sus emociones libremente, sin miedo al rechazo (p. ej., a la hora de pedir ayuda).

  • Regular con mayor facilidad la expresión de sus impulsos.

Apego seguro en adultos.

El apego seguro en adultos se refleja en relaciones íntimas y estables, en la regulación emocional ante el conflicto, en la confianza personal y en una autoestima sólida, caracterizándose por:

  • Confiar en los demás y ser confiable.

  • Tener un comportamiento autónomo e independiente, pero manteniendo su confianza en los demás (no una autosuficiencia rígida como mecanismo de compensación).

  • Regularse emocionalmente de forma adecuada, siendo capaz de expresar sus emociones y afrontar conflictos (sin aislarse o desbordarse emocionalmente).

  • Tener una buena autoestima.

Apego seguro en pareja.

Las personas con apego seguro en pareja saben establecer vínculos afectivos estables y respetuosos, no temen la intimidad ni la independencia, se comunican de forma abierta y gestionan los conflictos sin recurrir a la manipulación ni al control.

El adulto con apego seguro confía en el respeto y la reciprocidad emocional, caracterizándose por:

  • Sentirse cómodos en vínculos profundos y estables.

  • No idealizar las relaciones y ser independientes emocionalmente.

  • Afrontar los problemas de manera constructiva, no cayendo en la manipulación emocional.

  • Se comunica emocionalmente y es capaz de aceptar las críticas, sin encerrarse en sí mismo o sentirse herido por éstas.

  • Buscar el bienestar de ambos, actuando como un equipo, pero sin perder su identidad.

"Inconscientemente se busca sanar las propias heridas a través del otro, por lo que las personas con apego inseguro suelen tener relaciones que agudizan o confirman sus temores".

Esto se debe a que tienden a repetir experiencias debido a los patrones no resueltos, cayendo en un estilo de comunicación disfuncional o evasivo, discutiendo frecuentemente por inseguridades no resueltas a nivel personal y/o necesidades emocionales no satisfechas por la pareja. Esto suele dar lugar a dinámicas tóxicas (p. ej., uno se aleja y otro "persigue", comportamientos contradictorios de amor-odio), celos o búsqueda de control, sobreanálisis de actitudes, desconexión emocional hacia la relación, dependencia emocional o agobio por la misma, etc..

Criar con apego seguro: Cómo fomentar un apego seguro en niños

"Para poder enseñar al niño a regularse, es imprescindible saber identificar, aceptar y gestionar las propias emociones como padres".

Las estrategias básicas para criar con apego seguro son:

  • Establecer una "base segura": Es imprescindible formar un entorno seguro y predecible a través de la creación de rutinas, instaurando normas y límites claros, adecuados (realistas y acordes a su edad), respetuosos y consistentes.

  • Mostrar coherencia entre las acciones y las palabras, demostrando confiabilidad: La inconsistencia y la falta de confiabilidad generan confusión y ansiedad en el niño. Por ello, ha de repetir las experiencias de apego para solidificar sus redes neuronales afectivas.

  • Evitar el castigo físico y emocional: Esto puede generar miedo y resentimiento en el niño, dañando la relación al no haberse sentido respetado o justamente tratado. Es necesario ofrecer un ambiente de protección tanto físico como emocional.

  • Ser capaz de recapacitar y pedir perdón cuando se comete un error, reparando así el vínculo.

  • Estar presente emocionalmente en la vida de su hijo, mostrando interés por sus necesidades emocionales y atendiéndole siempre y de forma consistente.

  • Fomentar la exploración y la autonomía del niño: Proporcionarle la oportunidad para ser independiente, descubriendo y aprendiendo cosas por sí mismo. También es importante alentar la toma de decisiones y asumir las responsabilidades adecuadas a su edad, permitiéndole experimentar el fracaso, haciéndole sentir que tiene una "base segura" en la que apoyarse si algo sale mal.

  • Responder de manera sensible y rápida a las necesidades del niño: Para sintonizar emocionalmente con el niño es aconsejable observar sus expresiones, validando sus emociones y respondiendo a sus necesidades físicas y emocionales de manera adecuada, evitando que influyan los propios intereses. Ignorar o minimizar sus necesidades le puede generar inseguridad y malestar.

  • Aceptar incondicionalmente a su hijo, manteniendo las demostraciones afectivas, dándole consuelo y amor, independientemente de las circunstancias y diferencias de opinión.

  • Tener una comunicación abierta, afectuosa y positiva, evitando las etiquetas negativas: Mostrar empatía y comprensión, validando sus emociones, sus gustos y sus necesidades. Escuchar al niño, mirándole a los ojos y permitiéndole que toque su rostro, hablándole de forma suave y cariñosa, mostrándole afecto frecuentemente.

  • Ser cuidadoso con las despedidas: Es recomendable ser sincero con el niño y explicarle de forma breve y afectuosa el por qué se marcha y cuánto tiempo se tardará en volver.

"Unos buenos padres no son perfectos, sino suficientemente buenos, es decir, capaces de dar amor y protección al niño, fomentando una autonomía equilibrada".

Beneficios del Apego Seguro

El apego es una necesidad profunda y básica. Por ello, autores como Wei et al. (2011) afirman que el apego seguro es un factor determinante en la salud mental y el bienestar psicológico.

"El apego seguro tiene un impacto global en la persona, ya que tiene gran influencia en el desarrollo social, psicológico y biológico del niño".

Beneficios en su autoestima y su capacidad de regulación emocional.

Las personas con apego seguro presentan mayores niveles de resiliencia, mejor afrontamiento del estrés y más bienestar subjetivo. Regulación emocional, autoestima alta y habilidades para gestionar conflictos son características comunes.

Según un estudio de Mikulincer y Shaver (2013), las personas con apego seguro buscan regular sus emociones de forma constructiva, incluso cuando están sometidos a un alto nivel de estrés, evitando caer en la desesperación y la rumiación sobre las preocupaciones y los recuerdos. Esto no sólo redunda positivamente en su rendimiento laboral (Ronen y Zuroff, 2017), sino que incrementa su salud mental y su felicidad (Skoyen et al., 2013; Mikulincer y Shaver, 2013).

"Se ha observado que las personas con apego seguro tienen mejores habilidades de afrontamiento y bienestar emocional, lo que indica un elevado nivel de resiliencia".

Asimismo, Pinedo-Palacios y Santelices-Álvarez (2006) recogen que las personas con apego seguro suelen tener una mayor autoestima en comparación con las personas con apegos inseguros.

Beneficios a nivel social.

El apego seguro facilita el desarrollo del cerebro social, mejora la empatía, la conducta prosocial y la capacidad para confiar en los demás. Los vínculos con apego seguro favorecen relaciones satisfactorias, recíprocas y duraderas.

Según la teoría del apego, los patrones de rapidez, generosidad y atención con que los padres (figuras de apego) responden a las necesidades de alimento, confort y afecto del niño quedan registrados en su sistema nervioso. Autores como Siegel (2012) y Cozolino (2014) han observado cómo este registro condiciona la evolución de su cerebro social, estructura responsable de la empatía, la conducta prosocial, el razonamiento moral, el autocontrol, la flexibilidad en la respuesta y otras habilidades. En el caso del apego seguro, esta evolución se ha demostrado superior con respecto a la de los apegos inseguros.

Tal y como recogen Pinedo-Palacios y Santelices-Álvarez (2006), las personas con apego seguro desarrollan un modelo mental de confianza hacia sí mismos (valoración personal, esto es, la autoestima) y los demás (confianza hacia el entorno). Esto explica porqué tienen un estilo de afrontamiento constructivo y confían en la búsqueda de apoyo emocional e instrumental. En este sentido, tampoco les cuesta reconocer y expresar sus emociones, manifestando un elevado nivel de afecto positivo (Van Rosmalen et al., 2016).

"Las personas con apego seguro muestran un índice de satisfacción y disfrute más alto en sus relaciones que las personas con apegos inseguros".

Beneficios a nivel biológico.

El apego seguro impacta positivamente en el sistema inmunológico, el desarrollo del sistema nervioso y el equilibrio hormonal. Reduce la hiperactivación del eje del estrés (HHA) y favorece un desarrollo cerebral saludable, especialmente en áreas vinculadas a la autorregulación y la empatía.

"Aunque el apego está relacionado con las relaciones y las emociones, se ha encontrado que tiene un impacto directo en el desarrollo de estructuras cerebrales, sistemas de regulación fisiológica y a nivel hormonal".

Durante los primeros años de vida, el cerebro depende de las experiencias relacionales para madurar. En este sentido, Moutsiana et al. (2015) y Choi et al. (2021) encontraron evidencias de que un entorno seguro y predecible ayuda a desarrollar el sistema límbico (emocional) y la corteza prefrontal (autorregulación, capacidad de juicio y empatía). Por ello, el apego inseguro o el estrés crónico infantil pueden alterar el desarrollo neuronal, minimizando la plasticidad cerebral y alterando la regulación emocional.

Respecto al desarrollo del sistema nervioso y hormonal, el apego seguro reduce la activación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) ante separaciones y estrés. Este sistema produce el cortisol (hormona del estrés), de manera que un niño con apego inseguro puede vivir en un estado de hiperactivación (ansiedad crónica) o hipoactivación (apatía emocional).

Dado que el funcionamiento del sistema inmunológico tiene una estrecha relación negativa con el estrés, el apego seguro favorece un sistema fisiológico más equilibrado y, por ende, una mejor respuesta inmunológica (McWilliams y Bailey, 2010). De hecho, según Ahnert et al. (2004), las personas con apego inseguro durante su infancia tienen una mayor prevalencia de enfermedades inflamatorias, cardiacas y dolor crónico durante la edad adulta.

Asimismo, el apego puede tener un impacto también en el propio crecimiento físico (Sirotnak, A. P., 2008). De hecho, cuando los niños no reciben el contacto, el apoyo y el amor suficientes pueden llegar a caer en un estado conocido como falta de crecimiento, rechazando el alimento. En el caso de abandono o negligencia graves (p. ej., niños institucionalizados deficientemente atendidos), la falta de apego puede causar retrasos en el crecimiento físico, enanismo psicosocial (esto es, cuando la privación emocional afecta a la secreción de hormonas del crecimiento) o, incluso, la muerte (Spitz, 1940).

Preguntas Frecuentes sobre el Apego Seguro.

¿Cómo saber si mi hijo tiene apego seguro?

Para saber si tiene un apego seguro es recomendable observar los siguientes comportamientos:

  • Tiene un vínculo emocional estrecho: Se muestra cómodo expresando sus sentimientos y necesidades, sintiéndose seguro y conectado con su/s figura/s de apego.

  • Confía en sus cuidadores y figuras de apego: Un niño o adolescente con apego seguro confía en que tanto en sus padres como otros cuidadores importantes (p. ej., familiares o profesores) van a saber satisfacer sus necesidades, proporcionándole un entorno seguro.

  • Busca consuelo y apoyo emocional: Cuando el niño se siente angustiado o inseguro busca consuelo y se calma más rápidamente, ya que se siente escuchado y comprendido.

  • Muestra autonomía y se siente seguro al explorar su entorno: Un niño con apego seguro siente confianza a la hora de explorar su entorno y aprender, asumiendo pequeños riesgos. Es capaz de ser independiente porque sabe que puede volver porque tiene una persona que le apoyará si lo necesita.

  • Es capaz de regular sus emociones: El niño tiene la capacidad suficiente para identificar y expresar sus emociones de manera adecuada, lo que produce una mejor regulación emocional.

¿Qué hacer si mi hijo muestra signos de apego inseguro?

Cuando un hijo da muestras de tener un apego inseguro, es importante identificarlo para poder poner en marcha las estrategias más adecuadas. Los subtipos del apego inseguro son el ansioso, evitativo, aislado o desorganizado. Dependiendo del origen exacto, la edad del implicado y la magnitud del apego inseguro, puede ser preciso trabajarlo con el propio hijo en la terapia, a fin de poder reflexionar y sanar experiencias y emociones pasadas que interfieren en su presente.

Por lo que respecta a las figuras de apego, aunque las indicaciones anteriormente ofrecidas son los cimientos para el desarrollo del apego seguro, en ocasiones, resultan complicados de aplicar o parecen insuficientes para modificar el apego de su hijo. Esto puede deberse a que hay aspectos necesarios a mejorar por parte de los padres:

  • Patrones de pensamiento y comportamiento desadaptativos (p. ej., creer que si se muestra demasiado cercano con el niño éste se acostumbrará y se volverá dependiente o consentido).

  • Miedos conscientes o inconscientes que influyen en su comportamiento (p. ej., caer en la sobreprotección).

  • No saber poner límites, ya sea por exceso o por defecto.

  • Tener dificultad para comunicarse de manera asertiva.

  • Mostrar dificultades para empatizar con su hijo (p. ej., debido a su edad o sus diferentes personalidades).

  • Presencia de apego inseguro que influye en la relación con su hijo.

"Sea cual fuere el caso, es recomendable acudir a un psicólogo para que le oriente y le facilite herramientas para evitar cronificar o agrandar el problema actual".

¿Es posible desarrollar un apego seguro en la adultez?

Sí. Gracias a la neuroplasticidad, el apego seguro puede desarrollarse a través de relaciones reparadoras y psicoterapia.

Las personas que en la infancia desarrollaron un apego inseguro se caracterizan por tener modelos mentales negativos sobre los demás y ellos mismos, mostrando desconfianza hacia los demás y una autoestima dañada.

No obstante, aunque el estilo de apego se origina en la infancia, éste no es inmutable y puede modificarse con el tiempo. Esto se debe a la adaptabilidad característica de nuestro cerebro, la neuroplasticidad, que permite el desarrollo y la transformación de patrones aprendidos.

"El apego puede modificarse a lo largo de la vida y con la ayuda de la terapia psicológica".

La terapia como vía para desarrollar un apego seguro

Aunque las primeras relaciones con las figuras de apego son las bases de la futura forma de seguridad, confianza y amor, no todo el mundo tiene la fortuna de crecer en un entorno donde sus necesidades emocionales fueron detectadas, validadas y respondidas de forma consistente. Esto puede hacer que se desarrollen patrones de apego inseguro (como el miedo al abandono, la autosuficiencia rígida o la desconfianza crónica) de forma silenciosa, afectando al propio bienestar emocional e influyendo en las relaciones interpersonales. Sin embargo, el apego puede ser reparado a través de la terapia psicológica, haciendo que la persona experimente una conexión empática, confiable y estable.

Para reparar el apego inseguro, es necesario identificar el modelo de apego presente, es decir, observar y analizar su forma de vincularse. Cuando éste se caracteriza por el miedo al abandono, suele desembocar en desconfianza hacia los demás, llevando a relaciones de dependencia emocional o evitación.

"Una vez detectado el subtipo de apego inseguro, lo ideal es seguir un modelo de terapia integradora, como la que ofrecemos en El Prado Psicólogos".

La razón para decantarse por este tipo de terapia reside en que permite trabajar las creencias disfuncionales desde una perspectiva completa, abordando las creencias disfuncionales con el apoyo de diversas técnicas propias de distintas corrientes terapéuticas como la terapia cognitivo-conductual y las de tercera generación (p. ej., mindfulness o terapia centrada en la compasión). También será imprescindible abordar las heridas emocionales (recuerdos de la infancia y relaciones con las figuras de apego) a fin de entender cómo dichas experiencias moldearon el apego actual, sanándolo a través de herramientas propias de distintas terapias como EMDR, la terapia centrada en las emociones, la terapia psicodinámica y otras dinámicas propias de corrientes humanistas o gestálticas (p. ej., el niño interior).

Todo lo anterior servirá para que el paciente desafíe su patrón habitual y viva nuevas experiencias emocionales a la hora de vincularse, fomentando la comunicación emocional, la reciprocidad y el establecimiento de límites, lo que aumentará su nivel de confianza en las relaciones. En paralelo, será fundamental trabajar la autoestima y la capacidad de autorregulación emocional, es decir, ser capaz de experimentar y expresar las emociones difíciles sin desbordarse o desconectarse.

"Cultivas relaciones de apego seguro no es un privilegio exclusivo de la infancia".

En resumen, el proceso terapéutico permite reescribir la narrativa interna, desafiando las creencias limitantes y aprendiendo a volver a conectar emocionalmente y de forma segura con los demás, permitiendo el amor hacia los demás y hacia uno mismo.

¿Quieres aprender a cultivar relaciones con apego seguro? En El Prado Psicólogos podemos ayudarte. Ofrecemos una primera entrevista informativa gratuita para valorar tu caso y explicarte cómo trabajamos. Solicita tu cita llamando al 91 429 93 13 o escribiendo a info@elpradopsicologos.es.

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Sobre la Autora

Rosario Linares

Rosario Linares es psicóloga y psicoterapeuta. Fue una de las pioneras en España en integrar en la psicoterapia el trabajo terapéutico, tanto con la parte más racional de nuestro cerebro como con la parte más emocional. Para ello utiliza una metodología innovadora, con herramientas como la hipnosis, EMDR (Eyes Movement Desensitization and Reprocessing), PNL (Programación Neurolin- güística), EFT (Emotional Freedom Techniques), el mindfulness y el coaching.

Actualmente dirige el gabinete de psicología "El Prado Psicólogos", centro psicológico de referen- cia en Madrid en psicoterapia breve y terapias de tercera generación, dónde se trabaja desde una metodología integrativa.

Ha publicado los libros "Resiliencia o la adversidad como oportunidad" y "Duelo y resiliencia. Guía para la reconstrucción emocional", este último junto a su compañera Ana María Egido.