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La masturbación puede llegar a ser la principal o única actividad sexual de muchas personas. En ocasiones puede llevar consigo grandes consecuencias para la salud de las personas, sobre todo si se ha convertido en una adicción.
A veces es difícil darse cuenta de que es una adicción porque puede entenderse como una práctica habitual sin darnos cuenta de que uno no puede vivir sin ello.
Las consecuencias de la masturbación compulsiva pueden ser muy perjudiciales y muchos se dan cuenta del problema cuando ya las sufren y les es muy difícil abandonar esta práctica.
En 2018 un estudio de la National Survey of Sexual Health de Estados Unidos revelaba que el 10,3% de los varones y el 7% de las mujeres presentan conductas sexuales compulsivas. No todas se refieren a la masturbación compulsiva, pero la mayoría de casos lo son directamente o vienen acompañados por ella.
No es la frecuencia de la masturbación lo que define la adicción, sino el experimentar ciertas consecuencias. La adicción a la masturbación es una adicción comportamental por la que la persona tiene la necesidad de masturbarse y pierde el control. Es decir, que se da cuando la persona ya no es libre de masturbarse o no, ya que siente intensamente que necesita hacerlo.
Sí, la masturbación es una conducta susceptible de causar dependencia. Muchas personas experimentan la necesidad de masturbarse cada semana, cada día o incluso cada pocas horas sin poder vencer ese impulso.
Ante la masturbación nuestro organismo libera muchas sustancias químicas responsables del placer sexual como las hormonas o los neurotransmisores que nos hacen sentir esas sensaciones de excitación, placer y satisfacción. Pero, si nos masturbamos con alta frecuencia, acostumbramos a nuestro cerebro a procesar todos estos elementos de manera habitual.
Además, procesar estas sensaciones de manera tan habitual hace que nuestro sistema nervioso central se habitúe a grandes cantidades de estos neurotransmisores responsables del placer sexual en cortos periodos de tiempo, por lo que la satisfacción y el placer acaban no siendo los mismos y se acaban debilitando hasta ser casi inexistentes en algunos casos.
Al habituarse el sistema de recompensa del cerebro a la masturbación, las personas con adicción a la masturbación necesitan masturbarse con mayor frecuencia o haciendo uso de herramientas, aparatos o pornografía que antes no necesitaban. A esto se le llama tolerancia y ocurre en todas las adicciones. Mientras que una persona con adicción al alcohol necesita más cantidad de bebida o bebida con más graduación para experimentar el mismo placer ante el consumo, una persona con masturbación compulsiva necesita más frecuencia y/o intensidad para lo mismo.
Sin embargo, y por este mismo motivo, si la persona trata de no masturbarse con la frecuencia habitual en ella, al no generar su cerebro por sí solo estos neurotransmisores esperando a la masturbación, se siente mal, ansioso, tenso, intranquilo… y siente una gran necesidad de masturbarse para suplir esta carencia de neurotransmisores en su cerebro. Así, la persona experimenta el craving o mono por masturbarse, lo que los médicos y psicólogos llamamos el síndrome de abstinencia.
Aunque la masturbación en sí no tiene por qué causar problemas de salud física ni mental, puede hacerlo, sobre todo cuando se trata de una práctica habitual. Si una persona no quiere masturbarse o se propone no masturbarse en un periodo de tiempo y no lo consigue es posible que la masturbación sí sea un problema.
Por tanto, aunque la masturbación no sea mala físicamente por sí misma, la masturbación contínua puede acabar siéndolo. Esto ocurre de la misma manera con otras conductas o sustancias susceptibles de causar adicción como el alcohol, la marihuana o el consumo de pornografía.
Lo recomendable es no masturbarse con frecuencia y sobre todo no utilizar la masturbación como estrategia de regulación emocional sino mirarse a uno mismo y tratar de aprender qué se busca con la masturbación y sustituirlo por otra conducta alternativa sin riesgo. Proponemos algunos ejemplos a continuación que pueden ayudar al lector:
Si lo que busco es… |
en vez de masturbarme puedo… |
liberar tensión, |
hacer ejercicio. |
no pensar en un problema, |
jugar a un juego de mesa. |
descargar mi enfado, |
practicar con un saco de boxeo. |
sentirme querido, |
dedicar tiempo a mis amigos. |
matar el aburrimiento, |
ver una película que me guste. |
Las causas de la masturbación compulsiva son muchas. Quizás uno haya empezado a masturbarse buscando descubrir su cuerpo sin entender lo que hacía o porque una amistad se lo recomendó cuando iba al colegio que se convirtió en un mal hábito que poco a poco desarrolló una adicción.
Es posible que esa inocente práctica que uno descubrió en la infancia se haya convertido en una adicción debido a que se utilizó como estrategia de regulación emocional para, por ejemplo, liberar tensiones tras un largo día de trabajo, o para no pensar en nada después de una discusión.
Otro motivo por el que algunas personas acaban cayendo en la masturbación compulsiva es por tratar de llenar un vacío en sus vidas buscándolo en el placer y gratificación que produce la masturbación.
Otra causa de la masturbación contínua puede ser una educación sexual demasiado laxa. Incitar a la masturbación o hablar de ella como algo positivo y bueno antes de que el niño o la niña tengan curiosidad por ello, puede hacer que quieran experimentarlo y al no apetecerles o no estar preparados para ello, no encuentran la satisfacción de la que se les ha hablado por lo que siguen intentando buscarla preocupados.
Asimismo una educación sexual demasiado cerrada o ausente en la que no se le hable a los hijos acerca de la sexualidad o no se les permita hablar de ella puede favorecer la aparición de la masturbación compulsiva. Esto es así ya que cuando esos niños o niñas tengan esa curiosidad tratarán de buscar por sí mismos respuestas que no se le dan o no se atreven a pedir de una manera desordenada o en los lugares menos adecuados (por ejemplo internet) sin darse cuenta de lo que hacen realmente tratando de suplir esa carencia.
Otra razón podría ser la búsqueda de sensaciones agradables (como el placer, la satisfacción o bienestar) como rasgo de personalidad que la persona no sabe alcanzar por otras vías, llegando a convertirse en un hábito que con el tiempo pasa a ser una adicción.
Algunas veces la causa de la masturbación compulsiva no se puede encontrar o no es otra que la repetición de la masturbación en sí misma. No es necesariamente malo masturbarse todos los días o con frecuencia para todas las personas, pero sí es un gran factor de riesgo que se puede evitar.
Las consecuencias de la masturbación excesiva pueden ser:
La masturbación frecuente puede ocasionar lesiones en el aparato genital que condicionen o imposibiliten la respuesta sexual como irritaciones, heridas, fracturas, desgarres del frenillo, infecciones vaginales, incontinencia urinaria, endurecimiento de tejidos, cicatrices, obstrucciones en la vagina, etc.
- La masturbación excesiva puede producir falta de energía creando gran malestar y falta de satisfacción personal a la vez que fatiga por hacer las cosas que puede traducirse en problemas de ansiedad o depresión.
- Utilizar la masturbación para la autosatisfacción es un reduccionismo de la complejidad de la sexualidad humana y en muchas ocasiones es insuficiente, por lo que la persona puede sentirse incompleta, vacía e insatisfecha sin saber por qué.
- Para algunas personas la masturbación no es algo moralmente bueno y tener adicción a la masturbación le causa sentimientos de culpa, desesperanza, autoestima baja, rechazo a su propio cuerpo, etc.
- A la masturbación compulsiva se le pueden unir otras patologías que como resultado del desarrollo de la tolerancia a la masturbación como la adicción al porno o la adicción al sexo, las parafilias, etc.
Debido a que la función principal de la masturbación es la búsqueda de placer, quien se masturba de manera compulsiva se centra principalmente en la consecución del orgasmo de la manera más rápida posible.
Con el paso del tiempo se acaban produciendo alteraciones en los circuitos cerebrales que participan en la respuesta sexual. Así, se acaba creando un cambio en nuestro cerebro que asocia la respuesta sexual a lo que se busca en la masturbación. De modo que cuando se tiene un encuentro sexual con otra persona, el cerebro buscará el orgasmo rápido (eyaculación precoz), o encontrará dificultades para iniciar, mantener o resolver la excitación (disfunción eréctil, vaginismo, dispareunia, trastorno orgásmico femenino, eyaculación retardada, trastorno de excitación sexual…).
La incapacidad de controlar el impulso de masturbarse lleva a la persona a aislarse socialmente y a no dedicar el tiempo que debería a sus aficiones y a su trabajo generándole problemas personales, sociales y laborales.
Lo mismo ocurrirá con la familia que no entenderá por qué la persona con adicción a la masturbación no hace tanta vida en familia ni se ocupa de tantas cosas de la casa como otros debido a que tiene que estar mucho tiempo a solas.
Como ya se ha explicado, la masturbación exagerada puede causar disfunciones sexuales y pérdida de interés en las relaciones sexuales. Si la persona que experimenta esto tiene pareja, tenderá a distanciarse de ella y de los encuentros sexuales y perderá motivación por satisfacer sexualmente a la pareja. También podría buscar únicamente la satisfacción sexual de su pareja centrándose únicamente en la consecución de su orgasmo y olvidando el resto de facetas de la sexualidad.
Por otro lado, si su pareja llega a tener conocimiento de esta masturbación compulsiva podría ocasionarle sentimientos de culpa, no sentirse deseada, rechazo, baja autoestima, ser insuficiente, decepción, etc. que condicionarán los otros aspectos de la relación.
Para cualquier tipo de conducta sexual compulsiva, incluída la masturbación, el tratamiento más adecuado es un abordaje integrador que incluya lo biológico y lo psicológico.
Antes de iniciar el tratamiento es fundamental descartar otros problemas de salud que puedan ser responsables de la masturbación compulsiva, tanto orgánicos (tumores, patologías endocrinas o neurológicas, etc.) o psiquiátricos (TOC, ansiedad…). Si existieran, deberían ser tratados primero para ver si, a raíz de esto, la masturbación compulsiva desaparece o si es necesario comenzar el tratamiento.
En primer lugar, es importante crear rutina y poner orden a la vida: en lo social, lo laboral/académico, el tiempo de placer y ocio, la alimentación y el sueño. Esto ayudará al paciente a ser más dueño de sí mismo, a vivir de manera más sana y tener la cabeza más ordenada.
Después, como en cualquier otra adicción, tratar la indefensión aprendida. Es posible que el problema venga desde hace muchos años y el paciente crea que no puede hacer nada para superarlo. Empoderar, capacitar y motivar serán los siguientes pasos.
Debido a los muchos problemas que la masturbación compulsiva puede acarrear en la vida sexual, sobre todo si el paciente tiene una pareja sexual, es importante tratar estos problemas y capacitarlos con psicoeducación sexual para alcanzar competencias sexuales sanas.
A partir de aquí, el tratamiento difiere en cada caso. Muchas veces hay que identificar patrones de personalidad que influyen en la masturbación compulsiva. En ocasiones, será necesario emplear estrategias específicas para sanar el apego. Por otro lado, el problema puede deberse a una mala experiencia sexual, abusos o violaciones que haya que tratar. El tratamiento de los traumas relacionados (directa o indirectamente) con la sexualidad y la masturbación es muy importante en muchos casos.
En ocasiones es de mucha ayuda incorporar a la pareja en la terapia. En otros casos la terapia de grupo ayuda mucho en el proceso.
Si lo deseas podemos realizar una primera entrevista informativa gratuita en la que valoraremos tu nivel de adicción y te indicaremos cual es el tratamiento más adecuado.
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