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Los traumas infantiles y los traumas en la adolescencia

¿Qué son los traumas infantiles?

Etimológicamente la palabra trauma significa "herida", "daño" o "conmoción". En psicología este concepto hace alusión al impacto psicológico que tiene un acontecimiento estresante para una persona, el cual supone una amenaza para su integridad física y/o psicológica, desbordando su capacidad para elaborarlo, lo que genera un efecto negativo duradero.

"El trauma infantil es una reacción a una situación de amenaza, un choque emocional que no se puede asumir ni gestionar".

Un trauma infantil es una herida emocional no cicatrizada, fruto de un evento puntual o continuado que resulta angustioso o doloroso para el menor. Estas vivencias suelen estar relacionadas con haber experimentado:

  • Sensación de desprotección constante: El no sentirse respaldado o protegido puede hacer que se desarrolle miedo a aquello relacionado con la situación traumática, siendo incapaz de afrontarla adecuadamente.
  • Sentimientos de rechazo: Cuando el niño o el adolescente no cuenta con la aprobación de las figuras de referencia, el menor tendrá una pobre percepción de sí mismo y de su valía personal.
  • Abandono hacia el menor: Este sentimiento de abandono, más que falta de aprobación, supone la indiferencia hacia el menor. Dicha circunstancia generará un déficit afectivo que condicionará su apego y su autoestima.
  • Humillación: El ataque a la dignidad del menor menoscabará su autoestima y despertará en él sentimientos de vergüenza. Asimismo, el menor puede llegar a reproducir dichas actitudes agresivas o despóticas, reafirmándose en esas conductas fruto del aprendizaje vicario –ha aprendido a solucionar los conflictos de esta manera, la cual considera válida–.
  • Sensación de injusticia: El comportamiento se basa en unas normas sociales en las que cada persona recibe lo que le corresponde. Esta falta de adecuación puede llevar al menor a creer que no se merece nada o a perder la noción de justicia y aplicarla a su antojo.
  • Sentimientos de traición: Esto suele dar lugar a desconfiar de las otras personas y a no establecer lazos afectivos, pudiendo tener problemas para sociabilizar o incluso desórdenes emocionales graves.
  • Maltrato y abuso hacia el menor: Se trata de experiencias altamente traumáticas y sus repercusiones variarán dependiendo del tipo de abuso o maltrato, así como de la propia personalidad y del entorno (como se detallará posteriormente).

tratamiento traumas en la infancia

Pero, ¿qué experiencias pueden ser consideradas traumáticas? Antes de responder a esta pregunta, es imprescindible señalar que no es necesario haber vivido situaciones límite para tener traumas infantiles. Muchas personas tienden a categorizar los traumas juzgando algunos como poco importantes, lo que hace que ni siquiera sean conscientes de los mismos. Sin embargo, cualquier situación en la que el menor se haya sentido desbordado y no haya podido asimilarla se convertirá en un trauma. Independientemente del tipo de trauma, es importante señalar que todos los traumas suponen una lesión psicológica que marca el inconsciente de manera duradera, dañando fuertemente al menor, condicionando su bienestar y marcando su personalidad.

¿Cuáles son los síntomas de un trauma infantil?

Los síntomas de los traumas infantiles pueden darse en el momento en el que sucede el trauma, llegando a producir sentimientos tan intensos que pueden obstaculizar el desarrollo físico, intelectual, emocional y social del menor. No obstante, cuando el trauma no es procesado e integrado adecuadamente, también pueden verse las secuelas en el adulto.  

Síntomas de trauma infantil en el niño y el adolescente.

Cuanto más pequeño es el niño, menos específicos serán los síntomas. Así, dependiendo de la edad, el menor puede experimentar uno o varios de los siguientes síntomas, similares a los que aparecen en el trastorno de estrés postraumático:

  • Recuerdos frecuentes sobre lo sucedido, reacciones fisiológicas a factores que simbolizan el suceso.
  • Miedos aparentemente irracionales o fobias. Hipersensibilidad a ciertos estímulos.
  • Alteraciones en el sueño, como pesadillas o insomnio.
  • Dificultad para concentrarse y memorizar, con el consiguiente empeoramiento en su rendimiento escolar.
  • Alteraciones en el patrón de juegos (p. ej. patrones de juego repetitivos o no querer jugar solo), disminución de intereses en el niño.
  • Tristeza y desesperanza (p. ej. percepción del futuro como desolador o agorero), desbordamiento emocional. Depresión.
  • Ansiedad y nerviosismo.
  • Irritabilidad o cambio de humor repentino y aparentemente inexplicable. Conductas agresivas hacia los compañeros.
  • Aislamiento social.
  • Manifestaciones físicas del trauma (somatizaciones como dolor de estomago o cefalea).
  • Comportamientos regresivos e impropios de su nivel de desarrollo (p. ej. problemas de control de esfínteres, chuparse el dedo o hablar como un bebé). Esto suele darse en niños de 3 a 5 años.
  • Trastornos de la conducta alimentaria: En los más pequeños suele haber un cambio en el apetito, mientras que en los adolescentes suele ser anorexia, bulimia, etc.
  • Alteración de la sexualidad: En el caso de los niños, pueden desarrollar conductas impropias de su edad. Los adolescentes pueden desde desarrollar aversión al sexo a caer en conductas sexuales compulsivas o de riesgo, también hay personas que comienzan a cuestionarse su orientación sexual o que desarrollan disfunciones sexuales.
  • Comportamiento imprudente o autodestructivo: P. ej. abuso de sustancias.
  • Ideas distorsionadas sobre el mundo y sobre sí mismo (p. ej. culpabilidad).
  • Baja autoestima.
  • Intentos de suicidio.
  • Psicosis, trastorno límite de la personalidad o trastorno bipolar: Según un estudio de 2019 de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), los niños que han vivido una situación traumática tienen más del doble de posibilidades de desarrollar entre la adolescencia y la edad adulta temprana trastornos como psicosis, trastorno límite de la personalidad y trastorno bipolar.

"Se ha demostrado que el estrés temprano y severo puede afectar al desarrollo cerebral, de forma que las situaciones traumáticas en la infancia influyen en el neurodesarrollo del menor".

Síntomas de trauma infantil en el adulto.

El trauma infantil también puede manifestarse en la edad adulta cuando no ha sido abordado y sanado, siendo los síntomas más habituales:

  • Recuerdos frecuentes sobre lo sucedido, reacciones fisiológicas a factores que simbolizan el suceso. También puede darse la amnesia disociativa, esto es, no ser capaz de recordar el trauma infantil de manera consciente.
  • Miedos aparentemente irracionales o fobias. Hipersensibilidad a ciertos estímulos.
  • Tendencia a la negatividad.
  • Elevada autoexigencia.
  • Falta de autorregulación emocional o pobre gestión emocional. P. ej. irascibilidad, frustración y mal humor.
  • Depresión, con una probabilidad de intento de suicidio superior a la media.
  • Inseguridad, miedo a relacionarse. Disculparse constantemente para evitar molestar a los demás.
  • Problemas para expresar las emociones o alexitimia (incapacidad para reconocer las emociones).
  • Necesidad de aprobación, lo que le lleva a inhibir su verdadera personalidad.
  • Frialdad emocional, aislamiento o hermetismo. Desconfianza hacia los demás.
  • Dependencia emocional.
  • Miedo a la soledad y a los conflictos. También puede caerse en el extremo contrario y vivir repitiendo los mismos patrones problemáticos (p. ej. reproducir las situaciones de violencia doméstica).
  • Baja autoestima (infravaloración personal).
  • Problemas de apego.
  • Mantenimiento de problemas anteriormente mencionados: Trastornos alimenticios, alteraciones en la sexualidad, abuso de sustancias, somatizaciones, psicosis y trastorno límite de la personalidad o bipolaridad.

"Un estudio llevado a cabo por un grupo de médicos del Hospital Infanta Cristina ha relacionado las experiencias traumáticas infantiles detectadas en adultos con la fibromialgia (el 2,5% de los españoles padece fibromialgia)".

¿Qué vivencias pueden dar lugar a un trauma infantil?

El trauma infantil es originado por un acontecimiento concreto o la experiencia reiterada que ha provocado en el menor un sentimiento de miedo y descontrol, perdiendo el sentimiento de seguridad y protección ante la vida. Suele tratarse, por lo tanto, de situaciones en las que el menor se ha sentido vulnerable y a las que no ha sido capaz de hacer frente. Esta falta de afrontamiento puede deberse a que, en el momento, su nivel de desarrollo no le permitió ser capaz de afrontar la situación adecuadamente. También puede deberse a que alguien le amenazó y se sintió desprotegido, que se trataba de algo inesperado y supuso un shock que no consiguió gestionar o que no le ayudaron a ello.

En este sentido, es importante destacar que el trauma es un elemento subjetivo, que depende de las circunstancias y capacidades personales, es decir, de los mecanismos de adaptación y de los recursos de la persona. Así, lo que puede resultar traumático para una persona puede resultar poco relevante o incluso intrascendente para otra. Las personas reaccionan de forma diferente y  no hay una forma correcta o incorrecta de reaccionar.

"La Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR) estima que el 35% de los problemas psicológicos que se diagnostican en la edad adulta tienen que ver con experiencias de maltrato infantil, pues es una época de especial vulnerabilidad y, por ende, la repercusión es mayor".

En este sentido, hay que recalcar que no tiene por qué existir una relación de causalidad entre el abuso o la carencia emocional durante la infancia y el trauma. No obstante, cuando un trauma es muy intenso esta situación no puede compensarse a pesar de contar con unos buenos recursos de afrontamiento, por lo que se produce una predisposición a padecer ciertos problemas psicológicos. Por ello, a continuación, se relatan aquellos eventos considerados potencialmente traumáticos:

Ilustración que representa los traumas infantiles

Causas más habituales del trauma infantil.

Durante su desarrollo, las personas experimentan distintas situaciones con una carga emocional negativa e intensa. Las causas más habituales son:

  • Enfermedad repentina y/o grave de un ser querido o de uno mismo.
  • Fallecimiento no superado de un ser querido.
  • Separación de los padres gestionada de manera inadecuada (p. ej. aquella en la que no se respeta la necesidad del niño).
  • Abandono de uno de los progenitores, rechazo en el seno familiar o escolar.
  • Humillaciones y vejaciones físicas o verbales.
  • Acoso o intimidación, incluyendo las distintas formas de bullying  (p. ej. escolar o cibernético).
  • Maltrato físico y/o psicológico por parte de los progenitores, de los cuidadores o en el colegio (desde 2021 es obligatorio que cualquier ciudadano comunique la sospecha de maltrato): Según el Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil (RUMI), aproximadamente el 70% de los casos de maltrato infantil se dan en la familia. En el año 2020 se realizaron 15.688 notificaciones, procediendo el 39,2% del ámbito de los servicios sociales, el 12% del ámbito educativo, el 9,3% de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el 9% del ámbito sanitario.
  • Abusos sexuales.
  • Presenciar violencia física y/o verbal.
  • Ambiente estresante  y sensación de inseguridad por la incapacidad de las figuras de apego (generalmente los progenitores) para gestionar conflictos. P. ej., cuando uno de los padres padece una enfermedad mental severa.
  • Situaciones familiares disfuncionales  (p. ej. abuso de alcohol o sustancias de un progenitor).
  • Negligencia en el cuidado del menor.
  • Estrés por vivir en una situación de pobreza extrema y exclusión social.
  • Estar expuesto a situaciones de desastre natural u otro tipo de catástrofes (p. ej. una guerra o al terrorismo).

En psicología se está planteando un nuevo concepto conocido como trastorno por estrés extremo (DESNOS, acrónimo de Complex Disorder of Extreme Stress Not Otherwise Specified) o trastorno de estrés postraumatico complejo, trauma generado a través del abuso en las relaciones interpersonales (de forma severa, reiterada y prolongada en el tiempo) cuyos efectos negativos a largo plazo pueden ser peores que los ocasionados por catástrofes naturales, especialmente cuando se trata de las figuras de apego (cuidadores). Este concepto hace alusión a que la exposición prolongada al trauma puede condicionar el desarrollo de la personalidad del individuo.

"Según un estudio realizado por la organización estadounidense de salud Kaiser Permanente y Centers for Disease Control and Prevention sobre experiencias adversas en la infancia, dos tercios de 17.000 personas con problemas psicológicos habían sufrido una experiencia adversa y el 87% dos o más".

¿Se puede sufrir un trauma en la infancia del que no se es consciente?

Ilustración sobre los traumas psicológicos

En ocasiones, el malestar emocional actual, la falta de autoestima y la ineficaz gestión emocional puede deberse a acontecimientos del pasado que dejaron una huella de la que no se es consciente. Esto puede ocurrir ante un acontecimiento difícil de integrar debido a su naturaleza altamente perturbadora o traumática. De esta forma, se produce un fenómeno conocido como disociación, esto es, una fragmentación de la personalidad o de la conciencia como mecanismo de defensa ante un acontecimiento traumático que no puede ser superado o al que uno debe continuar enfrentándose. Por ejemplo, en los casos de abuso por parte de los progenitores, el niño depende de ellos para su supervivencia, por lo que no puede alejarse de ellos y tiene que convivir con la amenaza.

 “La teoría de la disociación estructural explica cómo una persona, a pesar de sufrir un trauma infantil, puede llevar una vida totalmente funcional”.

Así, quien no es capaz de recordar el evento traumático o no lo asimila a nivel emocional como tal (p. ej. un adulto que sufrió abuso sexual infantil por parte de un familiar afirma que "no es para tanto, estábamos jugando y sólo se fue un poco de las manos") se autoprotege, llevando una vida funcional, evitando conectar con los eventos traumáticos que le impedirían llevar una vida normal sin abordarlos de una manera directa.

Cómo detectar un recuerdo traumático.

Muchas personas consideran que el no recordar ciertos episodios de su vida significa que lo han superado. Esto sólo no tiene por qué ser cierto, sino que puede tratarse de lo que se denomina amnesia traumática:

"Aunque la memoria puede haber borrado el episodio traumático, el recuerdo físico y emocional sigue presente y activo".

P. ej. una persona que ha sufrido un abuso sexual puede no recordar nítidamente el evento, pero puede estremecerse y ver su estado anímico alterado cada vez que recibe un mensaje sensorial que le recuerda lo acontecido (un olor, un sonido, una voz similar a la del agresor…).

Por otra parte, hay personas que tienen un recuerdo muy nítido de lo ocurrido, pero cuando lo recuerdan –quizás de manera recurrente– reexperimentan el trauma (el sentimiento de indefensión y la falta de seguridad asociados) o lo hacen con anestesia emocional (como si le hubiera pasado a otra persona). También hay personas que experimentan cómo el recuerdo se reactiva con frecuencia. En este caso, es importante tener en cuenta que el recuerdo traumático no se activa a fin de "molestar". La memoria tiene una función valiosa: se activa para poder cambiar la forma de percibir las cosas y de percibirse a uno mismo de una manera más sana.

En cualquier caso, el superar un acontecimiento doloroso supone comprenderlo, ordenarlo y redirigirlo hacia algo saludable (como ocurre en el proceso de duelo).

¿Qué puede se puede esperar del tratamiento psicológico del trauma infantil?

Los traumas producen un fuerte impacto emocional que no puede ser solucionado racionalmente. Para poder abordar el trauma, es necesario que la persona sea consciente del mismo. Una vez identificado el trauma y el grado de influencia que tiene a nivel emocional y conductual, se trabaja la asimilación del mismo. Entender y procesar el evento traumático es necesario para desarrollar la resiliencia y sanar las secuelas que dejó la herida del trauma. Para ello, en El Prado Psicólogos empleamos herramientas como:

  • Técnicas proyectivas (p. ej. la caja de arena).
  • EMDR.
  • Hipnosis.
  • Neurofeedback.
  • Técnicas narrativas.

Es importante señalar que el proceso terapéutico no busca la eliminación del trauma –ya que esto no es posible–, sino que tiene como fin aprender a convivir con él, ser capaz de aceptar lo ocurrido sin sentir culpabilidad, vergüenza o rencor. Esto se hace generando una nueva narrativa del trauma, asignándole un nuevo significado que permita a la persona recuperar la conexión consigo misma y mejorar su bienestar emocional. De esta manera, la persona podrá mejorar su gestión emocional y aumentar su autoestima en un entorno seguro y con nuevas herramientas que le sirvan para poder estar en el presente sin sentirse amenazado a nivel físico o psicológico, cimentando las bases de un apego seguro y aprendiendo a quererse a uno mismo. 

"El trauma supone unas consecuencias emocionales, cognitivas y conductuales de gran intensidad a lo largo del tiempo, afectando la percepción, valores y metas de la persona. En estos casos, el trabajo con el recuerdo resulta fundamental".

En definitiva, las experiencias difíciles no tienen que generar un bloqueo o condicionar el futuro, sino que tienen que ayudar a adaptarse y a desarrollar estrategias de afrontamiento provechosas. Las experiencias, traumáticas o no, modifican la idea de quién es uno mismo y qué se puede esperar de la vida y de los demás, pero cuando se trabaja en este proceso de asimilación las experiencias traumáticas comienzan a generar aprendizajes y oportunidades, en lugar de despertar prejuicios y limitaciones.

 

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