El poder del efecto Pigmalión y el efecto Galatea o cómo nuestras expectativas crean una profecía autocumplida
Hoy vamos a hablar sobre un interesantísimo y poderoso efecto que se produce en nuestra mente y condiciona enormemente nuestra conducta y los logros que obtenemos, o no, en nuestra vida. Conoceremos en profundidad el efecto Pigmalión o efecto Rosenthal, y el efecto Galatea, o cómo las expectativas de los demás o las nuestras propias se pueden transformar en una profecía autocumplida.
Según cuenta el mito griego, Pigmalión era un apasionado escultor que vivía por y para sus creaciones artísticas. No había para él más mundo que cincelar en bello mármol o marfil personajes y vidas ejemplares de su época.
A pesar de su pasión por el arte, el escultor no estaba satisfecho con su vida: en su interior palpitaba el fuerte deseo de encontrar a la mujer perfecta con la que casarse. Tan fuerte era este deseo que acabó esculpiendo con sus propias manos la mujer de sus sueños. Pigmalión la miraba con deleite, imaginando que ella pudiera cobrar vida.
Una noche, por influencia de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida: su frío material se convertía en cálida piel. Su sueño se acabó haciendo realidad por la expectativa que el escultor había depositado en su propia creación. Su deseo la hizo real y el escultor encontró la felicidad.
Esta leyenda describe de forma poética un fenómeno que la psicología científica lleva décadas estudiando y que tiene una gran relevancia en nuestra vida cotidiana, tanto para bien como para mal, por su poder de construir la realidad.
Algunos lo han llamado, efectivamente, el Efecto Pigmalión, pero se ha popularizado con el nombre de la profecía autocumplida. ¿En qué consiste exactamente este tan cotidiano y a la vez decisivo fenómeno psicológico? ¿Qué efecto, aún sin darnos cuenta, puede tener en nuestras vidas y en la de las personas que nos rodean?
Vayamos por partes…
El gran hallazgo escondido en el viejo mito griego: algunos resultados aportados por la psicología social
En los años 60 del pasado siglo, el psicólogo norteamericano Robert Rosenthal y la profesora Lenore Jacobsonrealizaron un experimento muy curioso, con la fundada sospecha de que el mito de Pigmalión podría esconder una verdad.
Estos investigadores engañaron intencionadamente a un grupo de profesores diciéndoles que había realizado unas supuestas pruebas psicológicas y que disponían de los resultados de un test de inteligencia de sus estudiantes, el cual medía las potencialidades para el aprendizaje.
Les explicaron que quienes habían alcanzado puntuaciones elevadas en esta prueba tenían grandes posibilidades de ser buenos estudiantes y aprovechar mucho más el curso, mientras que los que habían obtenido puntuaciones más bajas, probablemente mostrarían un aprendizaje más lento y menos prometedor.
En realidad, se habían asignado aleatoriamente los resultados inventados al alumnado, por lo que no había manera de saber a ciencia cierta quiénes eran más o menos inteligentes. La única información de la que disponían de antemano los docentes eran los resultados del test ficticio. Una información que tendría que ser contrastada, en cualquier caso, con el propio comportamiento y desempeño del alumnado.
El objetivo de esta investigación era determinar si las expectativas que los profesores se habían hecho de sus alumnos/as, fundadas en una información previa sesgada, podían incidir de alguna manera en el desempeño real de los estudiantes.
Los investigadores descubrieron algo asombroso: cuando aplicaron realmente los test de inteligencia, un 47% de los chicos catalogados como “muy inteligentes” inicialmente obtuvo una media de 20 puntos más que el resto.
Estos resultados, que se contrastaron con las notas académicas, llevaron a la conclusión de que las expectativas que los profesores se hacen de sus estudiantes influyen, de manera positiva o negativa, sobre su rendimiento y comportamiento reales.
El descubrimiento del efecto Rosenthal tiene grandes implicaciones no sólo en pedagogía, sino también en psicología.
¿Por qué se produce el fenómeno de la profecía autocumplida?
Tras el sorprendente hallazgo, Rosenthal y Jacobson decidieron profundizar aún más en este fenómeno.Así descubrieron que los profesores le brindaban una atención especial a los estudiantes que tenían “más potencialidades”: les explicaban con más paciencia, estimulaban sus habilidades planteándoles nuevos retos y eran más comprensivos ante sus errores.
Al tener un entorno más rico y estimulante, es normal que estos niños se motivasen más por el aprendizaje y que sus resultados fuesen mejores.
Tal es el poder que tienen los aspectos relacionales a la hora de construir nuestra identidad y nuestra forma de ser. Pero ¿por qué se produce? ¿Qué está en la base de la profecía autocumplida?
La clave la han encontrado los psicólogos sociales en lo que han denominado los esquemas sociales. ¿En qué consisten? ¿De qué están hechos estos esquemas?
Los esquemas sociales y su poder para construir mundos posibles
Los esquemas sociales se pueden definir como grupos organizados de creencias y de sentimientos referidos a personas, situaciones o algún aspecto del mundo. Estos actúan como “esqueletos mentales” que proporcionan una estructura para organizar e interpretar nuestras experiencias. En definitiva, nos permiten dar sentido al caótico mundo de constante información y estimulación en el que vivimos.
En base a estos esquemas nos hacemos una impresión de una persona o una situación y, a partir de ahí, empezamos a “ver” con unas determinadas “gafas”: todo aquello que confirma nuestra idea previa es reforzado, mientras que la información que no encaja en nuestros esquemas, casi sin darnos cuenta, es desatendida o, directamente, rechazada.
Estos esquemas pueden distorsionar o sesgar nuestras percepciones, en dos sentidos, según nos refiramos a nosotros mismos o a quienes dirigimos nuestras expectativas:
1) Nuestra tendencia a la consistencia cognitiva hace que las conductas que no concuerdan con la etiqueta impuesta tiendan a pasar inadvertidas o tiendan a ser deformadas para adecuarse a ella.
2) Las expectativas generadas en torno al esquema o etiqueta formada hacen que las conductas que le son compatibles sean finalmente realizadas por la persona objeto de tales esquemas o etiquetas.
El efecto Pigmalión o el poder de los ojos de quienes nos miran
Estos dos procesos cognitivos están en la base de la profecía autocumplida, actuando como causas. Ver cómo funcionan dinámicamente estos esquemas mentales, que pueden referirse a personas, a nosotros mismos, a grupos sociales, a situaciones concretas, etc., nos permiten entender en su complejidad este fenómeno tan curioso.
Se trata, por tanto, de la manifestación de un determinado comportamiento que, guiado por estos esquemas mentales, hace que la persona a la que van dirigidos estos “moldes mentales” sea influida de tal manera que acaba actuando en consonancia y coherentemente con la idea previa que ya nos habíamos hecho de él.
¡Qué importante es ser conscientes de cómo nuestras creencias, aun sin ser confirmadas, influyen en nuestra vida diaria! Los profesores con sus conductas y comentarios acabaron induciendo en los alumnos actitudes y comportamientos acordes con las expectativas de los docentes.
El efecto Rosenthal y su importancia en la educación
Sentencias como “es desobediente”, “no es bueno en matemáticas”, “nunca llegará a ningún lado”, “es vago por naturaleza”, etc. son solo algunos de los comentarios que pueden estar manteniendo las consecuencias negativas del efecto Pigmalión, también llamado efecto Golem, cuando lo que se genera es un círculo de expectativas negativas.
Por desgracia, estas y otras expresiones son comunes en nuestro día a día y, a fuerza de repetirlas, se convierten en etiquetas que acaban siendo verdaderas losas sobre las espaldas de los demás.
Ni qué decir de la importancia de este fenómeno en la educación de los niños, quienes configuran en buena medida su identidad, su autoestima, su desarrollo emocional etc. a partir de la interacción con padres, hermanos, profesores, etc. y la percepción que estos tengan de ellos.
La profecía autocumplida sería el efecto de la activación de estos esquemas cognitivos referidos a los demás. Una vez que la profecía se ha hecho real, como la Galatea de Pigmalión, se refuerzan aún más los esquemas mentales. Y así se cierra sobre sí mismo el círculo esquema-profecía cual “una maldición”.
El efecto Galatea: el poder de nuestras propias creencias
También podemos hacer una relectura del mito desde el otro personaje: la bella Galatea. Así, en vez de poner el foco en cómo las expectativas y creencias de los demás determinan el comportamiento de una tercera persona, se puede ver desde cómo los propios esquemas mentales sobre uno mismo determinan su actuación en entornos sociales, su rendimiento en el trabajo, etc.
El efecto Galatea tendría que ver, entonces, con el poder de las propias creencias sobre uno mismo y sus competencias a la hora de relacionarse y en desempeñarse en entornos sociales.
Es un hecho que personas que se perciben como más competentes para alguna tarea y tienen mayor confianza sobre sí mismas, acaban realizándola con menos esfuerzo y más satisfacción, al tiempo que obtienen mejores resultados.
Este fenómeno se relaciona con el sentimiento de autoeficacia que, cuando es realista y está ajustado al contexto (es decir, cuando no se trata de manifestaciones narcisistas), las personas refieren mayor bienestar y desempeño social.
Por el contrario, quienes sienten que no tienen los recursos necesarios para realizar algo con éxito, no tienen la suficiente confianza en sí mismos o se sienten inseguros frente a las exigencias del medio, acaban teniendo peores resultados y con mayores sentimientos de insatisfacción y fracaso.
Es muy posible que estas personas tengan un historial mayor de fracasos, los cuales refuerzan y reafirman la imagen que ya tienen sobre sí mismos. Aquí el esquema social negativo sobre sí mismo se refuerza en una espiral continua.
El efecto Galatea y los problemas psicológicos
El efecto Galatea podría explicar, al menos parcialmente, trastornos como la fobia social. En esta patología la persona presenta una alta sensibilidad a la opinión de los demás y a cómo los demás lo puedan ver. Un síntoma típico es estar pendiente de si los demás lo ven sudar, tartamudear, enrojecerse, etc., y que lo hagan parecer como tonto, inseguro o incompetente.
La activación fisiológica y sus conductas pueden hacer que las demás personas presten más atención a rasgos que si se mostrara de forma más natural y espontánea, quizás pasarían totalmente desapercibidos o, al menos, no se les daría tanta importancia como sí lo hace el fóbico social.
De esta manera, se acaba perpetuando el círculo vicioso: Galatea y Pigmalión se encuentran en un perverso baile de autopercepciones y expectativas cruzadas.
En el trastorno de ansiedad generalizada, donde el sentimiento de pérdida de control es tan importante, también suelen actuar esquemas negativos sobre uno mismo acerca de cómo afrontar situaciones que son percibidas como amenazantes, sin cuestionarse realmente hasta qué punto lo son, por influencia de estos esquemas.
Deshacer el “maleficio” es totalmente posible si uno es consciente y puede llegar a romper el pernicioso círculo que se genera cuando Galatea y Pigmalión se encuentran en su faceta más negativa. La psicoterapia, es una gran ayuda en este sentido, y más concretamente, la hipnosis, es una técnica que envía mensajes positivos a nuestro inconsciente, activando nuestros recursos internos y aumentando nuestra confianza en nosotros mismos. Lo que genera un círculo virtuoso en nuestra vida.
Aplicar el efecto Pigmalión y el efecto Galatea a nuestra vida
Ahora que ya conoces la teoría, te toca a ti poner en práctica lo aprendido. Seguro que se te ocurren algunas áreas de tu vida dónde aplicar este conocimiento. ¿Quizá puedes enviar mensajes positivos a tus hijos sobre sus cualidades o evitar etiquetarles negativamente? ¿O quizá puedes enfrentarte a algún reto con más confianza, con autoafirmaciones que te empoderen?
Te animo a que empieces a creer más en ti y en las personas que te rodean y transmitir esa confianza para ver los resultados del poderoso efecto de la profecía autocumplida. Aquí tienes algunas sugerencias para ello:
La psicología y el efecto Galatea
Para aumentar la autoestima y la autoconfianza una psicoterapia puede marcar la diferencia. Entre las técnicas psicoterapéuticas que se emplean para ello me gustaría destacar la hipnosis. Una poderosa herramienta para trabajar con nuestro inconsciente. En estado de trance es fácil internalizar los mensajes positivos y de autoconfianza que nos transmite el hipnoterapeuta. Al creer en nosotros mismos, nos atrevemos a hacer cambios positivos en nuestra vida, activando así el poder del efecto Galatea.
¿Cómo usar el Efecto Pigmalión de forma positiva con los demás?
No importa si estás asumiendo el rol de padre, profesor, directivo de una empresa o amigo, para fomentar las potencialidades de otra persona deberás:
- Incentivar una comunicación abierta creando un clima agradable y de confianza
- En vez de centrarte en sus debilidades, detecta sus puntos fuertes y haz hincapié en ellos
- Evitar el uso de las etiquetas negativas, sobre todo si son denigrantes o coartan el desarrollo
- No criticar a la persona sino al comportamiento
- Reconocer los logros alcanzados y fomentar la iniciativa y la búsqueda de nuevas oportunidades para el crecimiento.
Diego Albarracín y Rosario Linares, psicólogos del Prado Psicólogos
Para saber más:
Web sobre la investigación de Rosenthal en inglés: https://sites.google.com/site/7arosenthal/
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