- Elegidos por "Psicología y Mente" como el mejor centro de psicología de Madrid y el segundo mejor de España -

Escucha gratis nuestro audio de relajación

BLOG DE PSICOLOGÍA

Psicología y Felicidad va dirigido a todos aquellos que prefieren crecer a envejecer.
Un blog práctico donde quiero ofrecerte información, recursos y estrategias para ser más feliz,
que al final es de lo que se trata ¿no?

Rabietas infantiles: cómo ayudar a los niños a calmarse

imagen de un niño con una rabieta

Hoy vamos a dedicar unos minutos a una de las conductas más frecuentes y necesarias en el desarrollo de un niño, las "rabietas". En adelante, entrecomillaremos dicha palabra y es que no es un término que debamos utilizar de forma automática por la connotación negativa asociada, resultando culpabilizante y avergonzante.


¿Qué es exactamente una "rabieta"?

Se trata de una de las diferentes formas de relación con el mundo con las que cuenta un menor. Es el medio mediante el cual el niño manifiesta la existencia de emociones, comunicando y demandando asistencia a las necesidades desencadenantes de tal respuesta emocional o fisiológica. 

Sí, "demandar asistencia". El ser humano no nace con la capacidad para una sana regulación emocional, sin embargo, sí nace (y desarrolla paulatinamente) las estructuras cerebrales desencadenantes de las emociones. Tanto es así que corresponderá a su cuidador de referencia dar salida a dicha activación de la forma más oportuna.

¿Por qué se produce una rabieta?

Los desencadenantes de una rabieta son múltiples: necesidades fisiológicas como hambre o sueño, necesidades afectivas como atención y acompañamiento, incapacidad de adquirir aquello que desean, sensaciones de peligro, y un largo etc. Bien es cierto que éstas irán variando en función de la edad del niño.

Tipos de "rabietas por edades

De forma global y atendiendo a los parámetros intensidad, frecuencia y duración, las “rabietas” aparecen en la edad de doce a dieciocho meses, empeoran entre los dos y tres años, y tienden a ir disminuyendo desde los cuatro en adelante.

Primer año de vida:

Cuando nace un bebé, se trata de un ser dependiente a todos los niveles: físico, socio-emocional y psicológico. A su alrededor se encuentran una serie de adultos, destacando el papel de sus figuras de apego, cuya misión recae en hacer que el recién nacido salga adelante mediante la alimentación, la ayuda a la hora de conciliar el sueño, o la higiene.

Éste se encuentra expuesto a una estimulación socio ambiental constante que dispara el aprendizaje a un ritmo prácticamente inalcanzable tras la primera infancia. Comienzan a reconocer rostros y emociones, a anticipar consecuencias de sus conductas, entran en contacto con su propio cuerpo, comienzan a andar, a hablar. Es decir, todas las funciones vitales necesarias que nos mantienen funcionalmente integrados en una sociedad se desarrollan estos primeros años. Así, se avanza en la adquisición del propio “self” y en la búsqueda de autonomía: percibirse como un ser diferente al adulto con capacidad propia de modificar el entorno físico y relacional.

Todo lo anterior se ejecuta de forma paulatina, por lo que las necesidades y reclamos del menor irán modificándose en consonancia.

A los dos años:

Teniendo en cuenta los hitos evolutivos que se adquieren entre los 12 y 24 meses, entre otros: la sonrisa social, comprender el “No” y frases cada vez más complejas, emitir palabras sueltas interrelacionadas, o acabar adquiriendo el control absoluto de la marcha; no resulta extraño que se sientan cada vez más capaces y deseosos de influir en el entorno, encontrando a su vez innumerables limitaciones, propias y ajenas. Y es aquí donde se produce la "a-dos-lescencia". Una constante lucha por encontrar mi lugar en un contexto con unas normas y unas rutinas sociales perfectamente establecidas.

A los tres años:

Superada esta fase más vinculada a la frustración, nos encontramos con un tipo de rabieta más verbal o, tal y como lo mencionan numerosos padres "desafiante y completamente manipuladora". Con tres años, el desarrollo verbal y comunicativo adquiere una calidad mucho mayor, además de producirse el paso a la consciencia de las consecuencias de sus conductas. Así es como el conflicto adquiere tintes cada vez más racionales, jugando con emociones consecuentes como el enfado y la anticipación aversiva: "Pues si no me compras el juguete, ya no quiero contigo".  

A los cuatro y cinco años:

Gestionados los estadios previos, se avecina un momento de tensa calma. Con cuatro y cinco años, las "rabietas" son cada vez menores pero, cuando se producen, adquieren unas dimensiones notablemente más desesperantes. Esto se debe, por un lado, a la historia de aprendizaje previa así como al comienzo de desarrollo de la empatía. No obstante, el menor ha continuado adquiriendo aún más destreza en cuanto al manejo de contingencias. Es ahora donde se hace necesario un establecimiento contingente y regular de límites, de forma que puedan desarrollar una adecuada relación entre causa y efecto. Una adecuada predictibilidad. 

¿Cómo gestionar una rabieta?

A parte de entender y aceptar el carácter funcional y normativo de las "rabietas", debes de ser audaz a la hora de discernir entre una "rabieta emocional" y una "rabieta racional". A lo largo del texto hemos hecho referencia a la primera; sin embargo y de la mano del continuo aprendizaje al que los más pequeños se ven expuestos, existe una clara relación causal entre los acontecimientos (causa y efecto) que determinará su uso de forma racional.

Qué NO debes hacer:

  • NO te muestres como "un muro" donde dicha rabieta y, sobre todo, tu hijo/a, pasan completamente inadvertidos.
  • NO asumas el mismo rol con el objetivo de que el menor perciba lo infructuoso de su actitud.
  • NO castigues al menor en su totalidad desde la premisa: "Cuando te calmes, vienes" o mediante la amenaza de una futura pérdida de actividades u objetos reforzantes: "Ya no vamos al parque (...), esta noche no hay cuento".
  • NO recurras al castigo físico debido a su inmediata "efectividad". No es efectivo, tan sólo bloquea al niño a corto plazo y desde la percepción de pánico.

Qué SI debes hacer:

Es oportuno que sigas los siguientes pasos en el orden expuesto:

  1. Empatiza con la emoción de base a la misma. En pleno conflicto, el cerebro del niño tendrá su hemisferio emocional sobre activado, dejando prácticamente sin recursos a su hemisferio racional. En esta dirección, has de comunicarte en "su mismo idioma". Las frases del tipo "Entiendo que estás muy cansado..." o "Yo en tu lugar también estaría así de triste..." te permitirán servir de base segura para el menor, validando su emoción, etiquetándola y, a su vez, mostrándote como un referente ante el que verter dicha activación sin consecuencias negativas asociadas.
  2. Accede a la necesidad de base. Tras haber logrado disminuir su nivel de activación inicial y tanto si es algo material u objetivable, como si se trata de una necesidad fisiológica, pon en palabras la misma facilitando su toma de consciencia en cuanto a las propias sensaciones corporales, favoreciendo un continuo aprendizaje experiencial y comportamental. Una frase tipo podría ser: "Parece que necesitas dormir, te encuentras muy cansado y no te sientes bien...".
  3. Ponle en contacto con el hecho de que la conducta elegida no le acerca a su objetivo. Ahora sí es buen momento para ir moldeando su conducta a parámetros cada vez más adaptativos, por lo que, con un tono completamente neutro pero firme, guíale hacia dónde le ha llevado la propia conducta: "... pero, ¿tirando todo al suelo, podemos conseguirlo? ¿Tirando todo al suelo consigues cerrar los ojitos, o que mamá vaya a acostarte? Fíjate, lo que creo es que aún estás más agotado de todo el esfuerzo puesto..." .
  4. Ofrécele una serie de alternativas de conducta que le permiten tener un recurso al que acceder en futuras ocasiones. En función de su edad, éstas irán en una u otra dirección: "Se me ocurre, ¿y si para otro día me haces una señal, una señal secreta entre nosotros?" o "¿Qué te parece si la próxima vez te acercas y me lo dices, me dices que tienes ganas de dormir, para que te acompañe y te dé el besito de buenas noches?".

Bibliografía complementaria

Existen numerosos cuentos para compartir con los niños, como "La rabieta de Julieta" o "Vaya rabieta". Ambos muestran una situación desencadenante de terribles sensaciones y, por ende, conductas poco apropiadas para su gestión. Encontrando en el primero una guía adulta en forma de Tucán, que calma y orienta a Julieta en este difícil conflicto; así como cosificando la "rabieta" en el segundo, permitiendo al niño entrar en contacto con la misma con una toma de perspectiva en la que comprender que él no es eso, sino que él siente eso.

Por otro lado, y dirigido en este caso a los padres, "El cerebro del niño" es un imprescindible en lo que respecta a la comprensión y guía adulta.

¿En qué momento debes acudir a un asesoramiento profesional?

A pesar de que todo lo anterior puede servir de gran ayuda para solventar esta importante transición a la propia identidad, existen momentos en los que dichas conductas comienzan a ser conflictivas. Esto es así cuando los parámetros intensidad, frecuencia y duración son cada vez mayores, así como cuando las consecuencias empiezan a suponer un costo importante: conductas autolesivas, agresividad a terceros u objetos, o problemática en el control de esfínteres, entre otras

Es en este punto cuando sería importante acudir a un profesional que realice un minucioso estudio de lo que está ocurriendo, ofreciendo un plan de tratamiento personalizado.

 

SOLICITA UNA ENTREVISTA INFORMATIVA GRATUITA

 

Recibe la ayuda experta que necesitas. Pide tu primera entrevista gratuita, sin coste y sin compromiso y conoce cómo trabajamos personalmente, valoraremos tu caso y te indicaremos cual es el tratamiento más adecuado para ti.

 

El precio de cada consulta psicológica es de 85 euros. Ofrecemos un bono descuento de 5 sesiones por 375 euros (75 euros por sesión).

 

Es el momento de actuar. Podemos y sabemos cómo ayudarte, pero necesitamos que tú des el primer paso; Rellena el siguiente formulario o llama al 91 429 9313. Te esperamos.

 

Entradas Relacionadas

Deja un comentario

Los campos obligatorios están marcados con *
Tu dirección de correo electrónico no será publicado
PUBLICAR COMENTARIO