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Si estás leyendo esto, no te serán ajenos algunos comentarios por parte de tu hijo como: "Me encuentro mal, mejor me quedo hoy en casa", "Este año prefiero no celebrar mi cumple, mamá" o "Es que todos los profes me tienen manía..."; así como determinadas actitudes entre las que destacan agotamiento a la hora de leer una sola página, dolores abdominales o cefaleas frecuentes que tienden a remitir el viernes y comenzar de nuevo los domingos, e incluso, con los más pequeños, percibir un miedo y sufrimiento real en el momento de despediros en la puerta del colegio.
De ser así, no debes alarmarte de inmediato, pero, por supuesto, sí te recomendamos estar atento a comportamientos o verbalizaciones recurrentes de cara al contexto escolar: tanto a nivel académico como a nivel social. Detrás de un cúmulo de los mismos puede encontrarse un problema escolar que estamos pasando por alto.
Dentro de la etiqueta "problemas escolares" se engloban todas aquellas dificultades que se presentan en torno a un ámbito y contexto específico, dando lugar a un déficit en el aprovechamiento escolar por parte del afectado, así como implicaciones en el desarrollo biopsicosocial. En el peor de los casos, su cronicidad puede desencadenar un fracaso escolar.
Los aspectos mencionados tienden a retroalimentarse, es decir: no siempre se trata de un factor personal que afecta lo escolar, ni viceversa, un factor escolar que afecta lo personal. Es por ello que será precisa una evaluación personalizada que determine la mejor forma de proceder.
Entre la problemática más recurrente en edades tempranas, se encuentran:
Dificultades de aprendizaje: son todos aquellos impedimentos en la adquisición y uso de uno o varios de los procesos necesarios para que se produzca el aprendizaje. En función de cuál de estas áreas sea la afectada, estaremos hablando de diferentes tipos: dislexia (proceso lector y deletreo), dislalia (el habla y la articulación de palabras), disgrafía (la escritura) y discalculia (las habilidades matemáticas).
TDA o TDAH: el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es comúnmente incluido en el punto anterior, no obstante, y debido a su importante afectación no sólo a nivel académico, sino también socioemocional, preferimos hacer una distinción. Se trata de un trastorno crónico del desarrollo que, al contrario de lo que comúnmente se acepta, no implica un problema en la calidad atencional, sino en la capacidad de focalizar de forma regulada y adaptativa dicha atención. Puede encontrarse simple (TDA) o combinado con hiperactividad (TDAH): una agitación motora excesiva.
Fobia escolar o miedo a ir a la escuela: miedo irracional y desproporcionado al contexto escolar. Es frecuente que, tras esta etiqueta, se escondan otro tipo de problemáticas como el Trastorno de Ansiedad por Separación a las figuras materna y paterna que, posteriormente, parece hacerse más notorio por las consecuencias que conlleva en lo que respecta a la escuela.
Acoso escolar o bullying: se trata de un tipo de relación disfuncional entre los niños y adolescentes en la que encontramos dos roles principales: agresor y víctima. No obstante, es importante asumir la existencia de un tercer papel fundamental en su desarrollo y mantenimiento: el perpetuador o perpetuadores, todos aquellos que, por diferentes motivos, se mantienen pasivos a las agresiones observadas reforzando la conducta del hostigador e invalidando la capacidad y el derecho a la defensa del doliente.
Problemas de conducta: se incluyen aquí todo tipo de comportamientos que se salen de lo normativamente estipulado en el desarrollo del menor, implicando consecuencias desagradables para sí mismo, para otros niños, la continuación de la clase con normalidad, etc. Entre sus causas podemos encontrar tanto afectaciones emocionales, como un déficit en su historia de aprendizaje o formas y modelos inapropiados de obtención de necesidades.
Bajo rendimiento en la escuela o fracaso escolar: a pesar de ser comúnmente integrado como un tipo más de problema escolar, lo cierto es que se trata de las consecuencias de uno o un cúmulo de los anteriores. Es importante destacar que el hecho de sufrir uno de los anteriores, no está directamente ligado a este fin. Dependerá de su temprano y oportuno acogimiento y abordaje el que vuestro hijo pueda llevar una vida completamente normalizada y adaptada a estas circunstancias.
Si tras leer lo anterior encuentras algo que te resulta familiar, no dudes en ponerte en contacto con un profesional que te ayude a descartar una problemática mayor, o a abordar la misma en pro de la adaptación exitosa y más saludable posible del niño.
Nada de lo anterior se torna incapacitante, a pesar de los estigmas que algunas de dichas etiquetas tienen asociadas. No mires a tu hijo desde una perspectiva médica, afectado por una enfermedad de por vida. Permítete observarle desde las diferencias que tiene a la hora de relacionarse con el mundo y, sobre todo, permítele sacar el máximo provecho a las mismas.
Si lo necesitas, podemos ayudarte. Contamos con especialistas ampliamente formados y con una vocación infanto-juvenil real, dispuestos a trabajar con tu hijo, vosotros y, por supuesto, con el propio colegio.
Si lo deseas podemos realizar una primera entrevista informativa gratuita en la que valoraremos el problema y te indicaremos cual es el abordaje más indicado para el problema de tu hijo o hija.
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