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Conducir es una actividad que implica anticiparse al riesgo, previniéndolo al aplicar la prudencia y reducir el exceso de confianza al volante. Todo ello lleva a ser más comedido y tener un respeto a la conducción, pero ¿cuál es la línea que separa el miedo propio de los conductores noveles o el respeto de los veteranos de la amaxofobia?
"Frases como 'sólo pensar que tengo que conducir ya me pone nervioso', 'cuando cojo el coche pienso en todo lo que nos podría ocurrir a mí o a mi familia' o 'ya he cumplido 50 años y siento que he perdido muchas facultades y que no debería conducir' pueden indicar amaxofobia".
El miedo es una respuesta natural y de gran valor para la supervivencia, pues implica la detección de una amenaza y el consiguiente cambio adaptativo. Concretamente, desencadena la activación del sistema nervioso, generando una respuesta fisiológica de alarma para hacer frente a dicha situación de peligro.
Sin embargo, la fobia supone un miedo desproporcionado para la situación real o imaginaria, es decir, se trata de un miedo irracional y desadaptativo para quien lo padece, ya que le limita o, incluso, impide actuar en caso de necesidad.
En este sentido, aunque es natural ser consciente de los potenciales riesgos de la conducción y sentir miedo en algún momento –ya que más del 90% de los accidentes se deben a un error humano–, la amaxofobia no contribuye a aumentar el nivel de precaución, sino que:
"la inseguridad hace que se esté más pendiente de las propias sensaciones y emociones que de los aspectos relevantes de la conducción".
Esto puede producir accidentes, ya que se ven afectadas la capacidad de concentración, el tiempo de reacción y la toma de decisiones al evaluar el riesgo de forma incorrecta.
La amaxofobia proviene del griego amaxo- carro y -fobia miedo. Se trata de una fobia específica y, como tal, se engloba en la categoría de trastornos de ansiedad descritos por el Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
"En la amaxofobia, es la propia conducción lo que genera bloqueo mental y emocional, pues ésta desencadena síntomas de ansiedad que aumentan la percepción subjetiva de riesgo de accidente".
Cabe destacar que las personas con amaxofobia o miedo a conducir no sólo tienen miedo a conducir, sino que también perciben al resto de conductores y las situaciones relacionadas con la carretera y el tráfico como una amenaza.
Esto provoca que dejen de conducir, al principio, ante situaciones de mayor riesgo (activadoras de una mayor ansiedad) como a horas de mucho tráfico, por grandes avenidas, autopistas o autovías, ante condiciones meteorológicas adversas o de noche, varias horas seguidas o al ir sin compañía. Con el tiempo, la persona con amaxofobia puede llegar a dejar de conducir totalmente.
A este respecto, la Fundación CEA ha observado que esta sobreestimación del peligro unida al miedo a no ser capaz de reaccionar (subestimación de las propias capacidades) está afectando a uno de cada cuatro conductores en España, habiendo dejado de conducir totalmente aproximadamente el 21% del total.
A continuación, se exponen algunos datos extraídos del Estudio sobre la Ansiedad en la Conducción: Amaxofobia en los Conductores (Fundación CEA):
- Prevalencia entre géneros: Aproximadamente el 55% de las personas afectadas son mujeres. Asimismo, la mayoría de quienes dejaron de conducir eran mujeres (representaban el 18% del 21% del total).
- Edad de inicio de la amaxofobia: El 65% de las mujeres suelen manifestar el problema entre los 40 y 59 años, mientras que casi el 50% de los hombres suelen hacerlo con más de 60 años.
- Miedo específico: Alrededor del 15% de las mujeres tenían un miedo generalizado a conducir, es decir, que no se debía a circunstancias concretas como el tráfico o la climatología adversa.
- Vías que dan más miedo: La autovía es la que despierta más temor (35%), seguida de la conducción urbana y carreteras desconocidas, especialmente aquellas sin arcenes (un 14% ambas). Los túneles supusieron el 3% de los casos.
- Diferencias de género en las vías que más miedo generan: El 21% de los hombres hicieron alusión a los túneles y las carreteras de montaña (frente al 6% de mujeres). El 10% de las mujeres encuestadas incluyeron el tráfico escaso y las carreteras vacías, mientras que los hombres no hicieron alusión a este tipo de situaciones.
- Tipos de vehículos: Los que producen más miedo son los más grandes, alquilados o prestados y aquellos con menor capacidad de reacción.
- Ir solas o acompañadas: Para el 38% ir solas suponía un problema, mientras que para el 27% lo era ir con los niños.
Los síntomas del miedo a conducir son los siguientes:
- A nivel físico: Rigidez muscular, sudor en las manos, ganas de llorar o gritar, temblores, molestias estomacales, opresión en el pecho, mareo, taquicardia, etc..
- A nivel cognitivo: Pensamientos negativos, distorsionados y catastrofistas sobre la conducción (p. ej. "si conduzco voy a tener un accidente", "si no paro va a pasar algo malo"). Todo ello conllevará dificultades para concentrarse, una disminución en el tiempo de reacción y en la toma de decisiones. Las pesadillas relacionadas con la conducción son frecuentes en las personas con amaxofobia.
- A nivel emocional: Sentimientos de inseguridad y temor debido al exceso de preocupación. Sensación de incomprensión que pueden llegar a dañar la propia autoestima (una pregunta típica del entorno es cómo le pueden tener miedo a algo tan cotidiano o que no es arriesgada).
- A nivel conductual: Nerviosismo que se refleja en movimientos torpes y desorganizados. Evitación de todo aquello que le recuerde al estímulo temido (p. ej. conversaciones relacionadas con conducir o visualización de escenas de accidentes).
Las consecuencias del miedo a conducir o amaxofobia son las siguientes:
- Pérdida de tiempo, principalmente ante las largas distancias o lugares donde el transporte público no llega fácilmente. Esto suele llevar a depender de otras personas y de su horario disponible.
- Pérdida de oportunidades laborales y/o actividades sociales, especialmente cuando la vivienda se encuentra alejada del núcleo urbano o cuenta con peores comunicaciones.
"La desconfianza ante las propias capacidades unida a la habitual incomprensión ajena puede terminar redundando en la propia autoestima".
- Otros problemas psicológicos: Dependiendo del grado de afectación, la amaxofobia puede desencadenar otros problemas psicológicos como la merma de la autoestima (fruto de la frustración acumulada) o la depresión (p. ej., debido a las limitaciones que supone para su estilo de vida).
Plantearse dejar de conducir es natural debido a los riesgos y el malestar que puede suponer dicha actividad para la persona con amaxofobia.
"Ante este dilema, lo más importante es reflexionar qué lleva a tomar esta decisión: el miedo a no poder afrontar el reto o el hecho de que no afecta al propio estilo de vida".
En este último caso, la decisión de dejar de conducir puede ser una solución asumible y mentalmente sana, ya que intentar superar la amaxofobia supone un coste emocional más grande que las ventajas que se obtendrían.
Las causas principales del miedo a conducir pueden ser diversas:
- Haber sufrido un accidente de tráfico hace más de un año (24%): El haber sufrido un accidente hace más de un año es la causa más frecuente de amaxofobia según los datos de la Fundación CEA.
- La forma de conducir de los demás (19%): La desconfianza excesiva de la capacidad ajena suele llevar a sentir más inseguridad durante la conducción en el núcleo urbano, llevando incluso a abandonar la conducción a fin de prevenir posibles accidentes.
- Percepción de escasa destreza al volante (18%): Una de las causas más frecuentes de la amaxofobia es la sensación de falta de práctica debido al abandono de la conducción durante los dos primeros años de haberse sacado el carnet. Esta falta de confianza también puede deberse a algún acontecimiento activador (p. ej. que los pasajeros cuestionen la forma de conducir y le sobrecorrijan, que los demás manifiesten que tienen miedo cuando uno conduce, haber estado a punto de tener un accidente, etc.).
- Haber sufrido un ataque de pánico al volante (15%) o tener miedo a desmayarse conduciendo (11%): El miedo a la reaparición de un ataque de pánico o a uno de los síntomas de ansiedad puede causar miedo a conducir.
Otras posibles causas de la amaxofobia son:
- Experiencia indirecta de accidentes de tráfico: Conocer casos de accidentes graves o mortales (ya sea por un conocido o a través de los medios de comunicación) puede suponer el desarrollo de un trastorno de estrés postraumático que dificulte o impida la conducción.
- Asociaciones traumáticas a la conducción: El haber tenido un susto conduciendo o recibir una noticia trágica al volante puede hacer que el cerebro asocie conducir con acontecimientos negativos y traumáticos, pudiendo desarrollar amaxofobia.
- Miedo a tener un accidente: El miedo a lo que le puede ocurrir a los pasajeros o a uno mismo en caso de accidente es un temor relacionado con la amaxofobia.
- Inseguridad ante una conducción más exigente: Circular por zonas desconocidas o ante condiciones climatológicas adversas son situaciones comunes que suelen despertar miedo en los conductores. Asimismo, el tipo de vehículo (p. ej. conducir un coche prestado) o el estilo de la carretera (p. ej. de un carril o sin arcenes) son otros factores que influyen en la aparición de la amaxofobia.
Al contrario de la opinión popular, diversos estudios han encontrado que, aunque tener rasgos de ansiedad o sensibilidad a la ansiedad (miedo a los síntomas de ansiedad por temor a sus consecuencias) son factores implicados en la amaxofobia, estos rasgos ansiosos o fóbicos no tienen un valor predictivo determinante en el desarrollo de la amaxofobia.
Sin embargo, sí se ha observado que se trata de personas con bastante sensibilidad y propensión a tener un personamiento catastrofista. Asimismo, se ha encontrado que suelen tener tendencia al perfeccionismo y un pensamiento rígido y, en ocasiones, ciertos rasgos obsesivos. Dicho perfeccionismo suele hacer que el más mínimo error se convierta en motivo de fustigación personal, reduciendo, por consiguiente, su autoestima, lo que contribuye a mantener y/o agravar el miedo a conducir.
"Ser especialmente crítico con uno mismo e infravalorarse con respecto a los demás conductores, ya sea por perfeccionismo o por escasa autoestima, produce inseguridad ante la conducción, perjudicando con ello la capacidad de reacción".
Otros miedos que pueden acrecentar la amaxofobia son:
- La ocofobia o el miedo a subirse a los vehículos.
- La tacofobia, que es el miedo a la velocidad.
- La acrofobia, esto es, el miedo a las alturas. Así, la amaxofobia puede verse agudizada al atravesar, p. ej., un puerto de montaña.
- La gefirofobia, es decir, el miedo a los puentes.
- La agorofobia, que supone miedo a los espacios abiertos de los que no se puede escapar. Un ejemplo de ello sería una carretera congestionada por el tráfico o un atasco.
- La claustrofobia es el miedo a los espacios cerrados como, p. ej., los túneles.
La clave para superar la amaxofobia es aprender las estrategias de afrontamiento adecuadas, consiguiendo regular las propias emociones y aumentar la confianza en las propias capacidades.
"En un periodo de dos o tres meses de terapia psicológica, el 80% de las personas que acuden a terapia vuelve a conducir, aunque el 10% puede necesitar más tiempo para superar la amaxofobia".
La terapia psicológica integrativa que ofrecemos en El Prado Psicólogos, basada en los principios de la terapia cognitivo-conductual, combina la psicoeducación con la exposición al objeto fóbico. Esto se consigue abordando los siguientes aspectos, dependiendo de las necesidades individuales del paciente:
- Técnicas de relajación y autocontrol: A fin de reducir los síntomas de ansiedad. Un ejemplo de ello sería mindfulness.
- Neutralización de pensamientos negativos y catastrofistas que bloquean la conducción: Modificar los pensamientos limitantes es una parte esencial del tratamiento. Conocer las sensaciones corporales y dejar de temerlas es fundamental para reducir o eliminar la ansiedad durante la conducción.
- Exposición gradual y segura a la conducción: La práctica de la conducción segura forma parte del tratamiento psicológico. Para ello, pueden emplearse distintos recursos, siendo habitual empezar por la exposición en imaginación, seguida del uso de la realidad virtual y finalizar el proceso con la exposición real (pudiendo empezar retomando las clases de conducir o volver a hacerlo por lugares conocidos y sencillos, dependiendo del caso).
- Técnicas de trabajo con el trauma: EMDR es una técnica de desensibilización muy eficaz que permite reprocesar recuerdos traumáticos en pocas sesiones.
- Trabajo con el inconsciente: En ocasiones, aunque se cuentan con las herramientas necesarias para retomar la conducción, la persona siente un bloqueo que le impide exponerse. En estos casos, la hipnosis es una forma de conseguir tener una visión más saludable de uno mismo y del propio entorno, ganando la seguridad necesaria para poder exponerse a la conducción.
- Mejorar otros posibles problemas psicológicos concomitantes: Pensamientos autocastigadores, patrones excesivamente rígidos y perfeccionistas, sentimientos de culpabilidad, la baja autoestima o síntomas depresivos son aspectos imprescindibles a abordar durante la terapia.
Algunas estrategias para comenzar a superar la amaxofobia por sí mismo son:
- Reflexionar sobre el origen y el mantenimiento de la amaxofobia: Identificar los pensamientos limitantes y transformarlos en otros más realistas y útiles es vital para gestionar el propio estado emocional de ansiedad.
- Centrarse en los hechos y no en las expectativas: Es necesario contrastar las expectativas de accidente con la realidad, ya que, al ver que éstas no se cumplen, podrá empezar a desligarse de los miedos catastrofistas y dejar de afrontar la conducción con tanto temor.
- No exigirse la misma destreza y tranquilidad que un conductor veterano: Aunque los síntomas de estrés son displacenteros, estos no suelen impedir capacidad de conducción. Por ello, es importante relativizar los síntomas que no afectan a la capacidad de reacción y seguir conduciendo (p. ej. ante la sudoración).
- Comenzar a conducir acompañado: Aunque al principio puede ayudar a ganar seguridad, es importante que no perdure en el tiempo a fin de evitar caer en la dependencia hacia la presencia de un copiloto (al sentir que no se es capaz de conducir sin ayuda).
- Retomar las clases de conducir: Repasar cómo prevenir accidentes (p. ej. cómo reaccionar ante condiciones climatológicas adversas) y retomar las clases de conducir facilitará volver a asociar la conducción con sensaciones positivas.
- Prevenir situaciones de riesgo: Es importante retomar la conducción garantizando la mayor tranquilidad y seguridad posibles. Por ello, es recomendable comenzar por vías conocidas y que permitan parar en caso de necesidad, conducir en condiciones físicas y ambientales favorables (p. ej. evitar conducir con falta de luz o ante condiciones climatológicas adversas, procurar un bajo nivel de ruidos, evitando el consumo de alcohol o la medicación que aumentan el tiempo de reacción y disminuyen la capacidad de atención).
"Aunque conducir supone cierto estrés y se puede llegar a desconfiar de las propias capacidades, las personas con amaxofobia se sienten incapaces de afrontar la conducción, siendo recomendable acudir a un especialista que le ayude a superar sus miedos".
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