Luz de Gas (gaslighting): La manipulación como maltrato invisible
1. ¿Qué es la luz de gas o gaslighting?
La luz de gas (o su anglicismo, gaslighting) es una técnica de manipulación psicológica difícil de detectar, pues es la propia víctima quien termina desconfiando de su propio criterio y recuerdos. Esto se consigue a través de una prolongada labor de descrédito hacia las percepciones y los recuerdos de la víctima. Algunas de las estrategias empleadas para cambiar o destruir la percepción de la realidad de la víctima son la negación, el engaño, la mentira, la descalificación de sus percepciones o criterios y la invalidación emocional de sus sentimientos.
"La luz de gas puede aparecer acompañada de otras formas de maltrato, pero, cuando esto no es así, resulta más difícil de identificar: ¿quién no confiaría en el juicio de alguien tan seguro de sí mismo y que, supuestamente, le quiere y desea ayudarle a mejorar?".
El objetivo último de esta manipulación psicológica es obtener poder sobre víctima, a fin de controlarla emocional, física o económicamente a través de la dependencia generada a consecuencia de la inseguridad creada. Ya sea realizada consciente o inconscientemente por el agresor, motivada para cubrir sus inseguridades o satisfacer sus deseos de una manera egoísta, es una forma de violencia psicológica debido a las estrategias agresivas y faltas de nobleza empleadas, a pesar de su sutileza y aparecer disfrazadas de buenas intenciones.
Todo ello genera un desgaste emocional en la víctima con importantes consecuencias a nivel psicológico como, por ejemplo, creer que se está volviendo loca. De hecho, este término proviene de una obra de teatro de Patrick Hamilton, que se popularizó tras su llegada al cine en 1944 con la película homónima: Gaslight (en España, Luz que Agoniza). La película relata la historia de un hombre que manipula la realidad de su mujer con el propósito de que crea que está desarrollando un trastorno mental y poder quedarse con su fortuna. El título proviene, precisamente, de una de las acciones de manipulación de su marido: atenuar la luz de gas de la casa y, cuando ella refiere notar menos luz, hacerle creer que sigue siendo la misma de antes y que ella se lo está imaginando.
1.1. ¿En qué tipos de relaciones se suele aplicar la luz de gas (gaslighting)?
Hay distintos tipos de relaciones en las que se puede aplicar la luz de gas. Normalmente se produce en relaciones de poder o dependencia emocional, tales como:
-Entornos institucionales y/o políticos: Esta técnica puede emplearse como una forma para ocultar o sesgar la información, reducir o limitar los derechos de una persona o manipular su criterio para beneficio propio.
Ø Ejemplo: Ante intoxicaciones masivas en las que la empresa responsable o el gobierno no quiere hacerse cargo de las sanciones e indemnizaciones.
-El ámbito laboral: Suele enmarcarse como una forma de violencia psicológica dentro del acoso laboral (o mobbing). Puede darse entre iguales (normalmente compañeros ambiciosos sin demasiados escrúpulos) o superiores con un estilo de liderazgo agresivo y despótico. En cualquier caso, el objetivo es despertar inseguridad en la víctima, impidiendo que exprese sus propias ideas, haciéndola dependiente del agresor o el grupo.
Ø Ejemplo: La víctima propone una idea y, posteriormente, hacerle creer que no fue suya, que ni siquiera llegó a compartirla o que está muy mal planteada y ha salido adelante por las modificaciones del manipulador.
-Relaciones de pareja: Este ámbito es uno de los más habituales en el caso de la luz de gas. Esta técnica puede encubrir otros problemas como el machismo, la violencia doméstica o la infidelidad.
Ø Ejemplo: Hacer creer que se ha imaginado que ha visto cómo coqueteaba con otra persona.
-El seno familiar: Durante la infancia es natural que los padres enseñen a sus hijos a interpretar la realidad adecuadamente y, con ello, a gestionar sus emociones. Sin embargo, hay padres que hacen dudar a sus hijos sobre sus gustos, aficiones, talentos o sentimientos. En estos casos, no se busca tanto inducir un sentimiento de culpabilidad, sino hacer que el niño (o adulto) dude sobre su percepción de la realidad.
Ø Ejemplo: "Eso no es así, todos pensamos que eres un exagerado".
-Entre amigos: Ciertas personas pueden hacer luz de gas con el propósito de afianzar su posición de liderazgo en el grupo o, simplemente, porque quieren reafirmar sus opiniones y valores (y la heterogeneidad les coloca en un escenario de posible rechazo). Para ello, invalidan sus emociones o les hacen dudar sobre su valía.
Ø Ejemplo: "Eres muy melodramático, no se te puede decir nada".
"El psiquiatra y psicoanalista D. Juan Eduardo Tesone, refiere que es más frecuente en mujeres y niños, resultando especialmente destructivo a nivel psicológico en una personalidad frágil o en formación".
2. ¿Cómo saber si se está siendo víctima de luz de gas?: Señales de gaslighting.
A continuación, se describen algunos indicadores para saber si se está siendo víctima de la técnica luz de gas:
-Sentir confusión, que algo no va bien, pero sin ser capaz de comprender qué sucede realmente.
-Notar nerviosismo o incomodidad, una ambivalencia interior cuando se está con quien hace luz de gas, sin ser capaz de identificar la razón del malestar.
-Sentir cansancio y agotamiento físico, mental y emocional.
-Percibir que, en cierto modo, se es cuestionado e invalidado por las propias ideas, pensamientos o acciones de forma continua.
Sentir que casi siempre se es desacreditado.
-Tener la sensación de que, independientemente de lo que se haga, uno será criticado (p. ej. si toma la iniciativa, por no contar con el manipulador o, si no toma la iniciativa, por no hacer nada en la relación).
-Sentir incapacidad para discernir la verdad y tomar decisiones por sí mismo (incluso aquellas sencillas y poco importantes). Creer que no se tiene el rumbo de la propia vida.
-Sentir tristeza y culpabilidad fácilmente ante los errores, creer que no se es capaz de hacer bien las cosas, que se es un inepto o un inútil. Plantearse si se hace algo bien todo el rato (p. ej. como padre, trabajador, etc.).
-Preguntarse si uno es demasiado sensible o empático. Dudar sobre la propia salud mental, especialmente al ser acusado de estar loco y/o decir cosas sin sentido.
-Criticarse constantemente por ser demasiado sensible y exagerar la situación. Impotencia por no recordar los detalles.
-Sentirse culpable por todo, incluso por no ser feliz y causar preocupaciones a la persona que hace luz de gas.
-Pedir perdón y permiso de forma constante.
-Disculpar y justificar el comportamiento del manipulador.
-Tener miedo a dar la propia opinión. No defenderse o tener dificultades para ello. De hecho, el agresor tiene la capacidad
de dar un giro de 180 grados a la situación, consiguiendo que uno se sienta víctima de lo que ella misma ha generado.
-Mentir conscientemente a quien hace luz de gas para evitar ser cuestionado, invalidado o juzgado.
-Mentir u ocultar información de manera habitual para evitar tener que dar explicaciones a compañeros, amigos o familiares.
-Buscar validación (tanto del manipulador como de otras personas) a fin de reafirmar la propia realidad.
-Darle la razón a quien hace luz de gas, al no confiar en el propio juicio.
-Desconfiar de las otras personas, sensación de no encajar.
-En ocasiones, tener la sensación de irrealidad o despersonalización (p. ej. parecer que uno se ve a sí mismo desde fuera).
"Para identificar la luz de gas más fácilmente, es recomendable centrarse en cómo la otra persona le hace sentir con sus palabras, dejando de lado si está en lo correcto o no, ya que, como buen manipulador, suele maquillar su hostilidad".
3. Comportamientos característicos de quien hace luz de gas o gaslighting.
Los comportamientos característicos de quien hace luz de gas son los siguientes:
-Incongruencia entre las palabras y los hechos, no pudiendo anticipar su comportamiento. Incoherencia en el mensaje, transmitiendo un mensaje en la comunicación verbal contradictorio con la comunicación no verbal. P. ej. hacer creer que le interesa algo que le está contando la víctima y, a la vez, no prestar atención mientras se lo cuenta.
-Hacer bromas hirientes o comentarios invalidantes disfrazados de humor, haciendo que la víctima se sienta vulnerable o expuesta. En este sentido, el agresor suele construir una imagen social de la víctima como poco fiable o con problemas para entender la realidad (p. ej. a través de anécdotas con expresiones de descrédito hacia su capacidad de memoria o su habilidad para llegar a conclusiones).
-Ante la diferencia de opiniones, el manipulador da una charla a la víctima sobre por qué no piensa adecuadamente y, cuando no se le da la razón, se termina discutiendo o el manipulador deja de dirigirle la palabra y se distancia emocionalmente (esto es lo que se conoce como la ley de hielo).
-Despreciar lo más valorado por la víctima, haciéndola dudar de su criterio o habilidades. P. ej. para estudiar o ejercer una profesión o recuperar una afición.
-Cuestionar constantemente los pensamientos o sentimientos de la víctima, haciéndole creer que todo lo hace mal y que siempre se equivoca.
-Negar, minimizar, engañar o mentir sobre las percepciones y recuerdos de la víctima. P. ej. modificar el orden de los hechos para hacer sentir que fue la víctima la que inició el problema o que se confundió.
-Restar valor o sentido a las palabras u opiniones de la víctima, convirtiéndolos en ambiguos. Esto suele darse delante de otras personas como familiares o hijos.
-Invalidar y censurar las emociones de la víctima, deslegitimizando sus emociones y atribuyéndolas a una hipersensibilidad o susceptibilidad.
-Hacer sentir que el malestar de la víctima se debe a que es celosa o insegura. P. ej. haciendo comentarios sutiles y de forma no explícita sobre el físico de la víctima o sobre otros u otras cuestiones.
-Hacer chantaje emocional cuando la víctima se queja de su conducta o establece algún límite, mostrándose ofendido, consiguiendo invertir los papeles.
"Es característico no asumir las consecuencias de su comportamiento, desplazando la culpa hacia la víctima (a quien suele atribuirle sus propios actos y pensamientos). Esto lo hace transmitiendo una sensación de seguridad y omnisciencia que dificulta que la víctima se cuestione la situación".
-Invisibilizar a la víctima cuando le conviene y hacer desprecios (p. ej. ignorar, dejar de hacer los planes previstos o hacer cosas sin consultar), con el objetivo de que hacer que la víctima se sienta poco importante y hacerla dudar sobre si es demasiado sensible, infantil o que requiere demasiada atención.
-Buscar apoyo en otras personas con el objetivo de desacreditar a la víctima y sus vivencias. En estos casos, el círculo cercano suele disculpar el comportamiento del manipulador (normalizándolo como parte del sufrimiento que éste padece por culpa de la víctima) o achacarlo a discusiones sin importancia.
-Adoptar un rol tranquilizador y de consuelo cuando la víctima se derrumba emocionalmente, ganándose su confianza de nuevo y demostrándole que, aunque no pueda confiar en sí misma, sí puede hacerlo en el manipulador. No pedir disculpas.
-Intentar que, en los momentos de tranquilidad y alegría, la víctima olvide y se distancie de lo malo sucedido. Esto lo hace centrándose en los aspectos positivos de la relación e inundando a la otra persona de afecto y cariño, a fin de que no pueda interiorizar lo sucedido.
-En casos extremos, simular acontecimientos para que la víctima dude sobre sus recuerdos y vivencias. P. ej. esconder objetos.
3.1. El lenguaje del manipulador: Frases prototípicas de luz de gas o gaslighting.
Algunas frases prototípicas de luz de gas son:
-Para hacer creer que la víctima está confundida y que no tiene razón, minimizando sus comentarios o críticas:
Ø "Estás muy estresado, por eso no piensas con claridad".
Ø "No te enteras de nada".
Ø "No tiene fundamento lo que dices, dices muchas tonterías".
Ø "Vives en una realidad paralela".
Ø "Lo recuerdas mal, eso nunca pasó", "lo has debido de soñar, porque eso no ha pasado".
Ø "El problema lo tienes tú, que eres un malpensado", "todo está en tu cabeza".
Ø "Yo nunca me equivoco".
Ø "Lo mejor para ti es…", "no sabes elegir bien".
Ø "Estás loco, necesitas ayuda".
-Para invalidar los sentimientos de la víctima y hacer que descarte sus preocupaciones al tacharlas de irracionales o infundadas:
Ø "Eres un exagerado, haces un drama de todo".
Ø "¿Te vas a molestar por esa tontería?".
Ø "Siempre estás a la defensiva".
Ø "Estás tergiversando mis palabras, eso nunca ocurrió".
Ø "Ya te estás inventando cosas".
Ø "Siempre me estás culpando por cosas que son del pasado".
Ø "Sólo te lo digo porque te amo".
-Para evitar asumir su parte de responsabilidad, dificultando poder establecer límites:
Ø "Sólo estaba de broma, eres demasiado sensible, no se te puede decir nada".
Ø "No lo dije con ese tono, lo que quieres es dejarme mal, estás intentando manipularme".
Ø "¿A qué viene esto ahora? Con lo bien que estoy contigo", "ya estás estropeándolo todo".
Ø "No entiendo por qué te enfadas, si es culpa tuya".
Ø "Lamento que creas que te lastimé".
Ø "Si me amaras, me dejarías hacer lo que quiero".
Ø "Me obligaste a hacerlo", "esto no habría pasado si tú hubieras prestado más atención, todo esto es culpa tuya".
Ø "Todo el mundo sabe que yo tengo razón y que tú eres la difícil, incluida tu familia".
-Para cambiar de tema o desviar la atención:
Ø "El verdadero problema es…".
Ø "No quiero escucharte decir eso de nuevo".
Ø "Sabes que nunca te haría daño a propósito, piensa lo que quieras".
Ø "Tienes demasiada imaginación", "estás mal de la cabeza".
En resumen, pueden considerarse frases propias de la técnica de luz de gas aquellas que descalifican la percepción y emociones del otro.
"El manipulador tiende a disfrazar la luz de gas a través de bromas o tergiversando astutamente la realidad".
4. ¿Cómo se desarrolla la luz de gas?: Fases del gaslighting.
La intención del manipulador es modificar la impresión de los hechos, lo cual hace de forma sutil y con perspicacia. En este sentido, la luz de gas es un proceso que se gesta lenta y progresivamente, volviéndose más complejo con el tiempo. En definitiva, va más allá de varias de acciones.
0. Un inicio intenso: A veces, este tipo de relaciones comienzan con una aparente sintonía absoluta de intereses y valores, admiración y demostraciones exageradas de atención y afecto (p. ej. cumplidos constantes) al poco tiempo de conocerse. Esta actitud, denominada bombardeo de amor (o love bombing), suele provocar un nivel de confianza muy rápido, lo que posibilita una manipulación efectiva a corto plazo.
1. El cuestionamiento sutil: Se busca generar dudas e inseguridad en la víctima. Esto se hace cuestionando su personalidad, conducta, comentarios o experiencia emocional, es decir, sus percepciones, recuerdos o interpretaciones. En esta fase, el manipulador hace un ejercicio de condescendencia hacia la víctima, proyectando la imagen de que lo que busca es lo mejor para ella y que, además, está renunciando a muchas cosas por atenderle o priorizarle.
Ø Frase característica: "¿Estás seguro/a de que ha sido así?".
2. Despertar dudas en el propio criterio: El cuestionamiento se vuelve constante y se tiende a devaluar la autoestima de la víctima al cuestionar también su forma de ser o su personalidad. Esto lo hace calificando sus como exageradas o irreales, fruto de un exceso de sensibilidad, poco sentido del humor o magnificación de los acontecimientos. En este punto, la víctima empieza a sentir que debe protegerse y suele confrontar al agresor que, a base de repetir con absoluta seguridad la misma narrativa basada en acusaciones generalizadas y presunciones, consigue despertar la duda y hacer que la víctima asuma su discurso.
Ø Frase característica: "Estás exagerando, te tomas las cosas muy a pecho, siempre te imaginas cosas".
3. Instalar inseguridad y desconfianza: Los comentarios se vuelven más agresivos y hostiles, pudiendo llegar a insultos o agresiones verbales. En esta etapa la víctima deja de cuestionarse o dudar sobre lo que está pasando, confiando más en el criterio ajeno que en el de propio, temiendo cometer un error por miedo a la crítica o el rechazo. Esto se debe a que se ha ido generando una gran inseguridad y un sentimiento de poca valía, lo que da lugar a la relación de poder y una importante desestabilización emocional que puede llegar a manifestarse a través de diferentes síntomas psicológicos (p. ej., ansiedad o depresión) y/o somatizaciones físicas. En esta fase suele haber un aislamiento social por parte de la víctima, lo que fomenta la dependencia emocional del manipulador.
Ø Frase característica: "Se te va la cabeza, estás loco/a".
Cabe destacar que, como este método se basa en la repetición del mensaje, llega un punto en el que la víctima puede desbordarse emocionalmente y replantearse su situación y, por consiguiente, desapegarse del abusador. Por ello, es habitual que se intercale la luz de gas con momentos catalogados como "buenos", a fin de impedir que la víctima reflexione e interiorice los momentos negativos, buscando que caigan en el olvido y que la víctima mantenga la esperanza de que pueden volver a vivir en esta etapa, conocida como la fase de luna de miel. Esta dinámica suele repetirse una y otra vez y, si la víctima lo percibe o se revela ante dicha dinámica, lo más probable es que se dé algún tipo de chantaje emocional (p. ej. "¿a qué viene esto ahora que lo estamos pasando bien?", "siempre estás a la defensiva, ya estás estropeándolo todo").
5. Las consecuencias psicológicas para la víctima de luz de gas.
Esta forma de violencia invisible suele generar un importante malestar y desequilibrio emocional en la víctima, generando una serie de consecuencias psicológicas en la víctima de luz de gas:
-Infravalorar sus percepciones y capacidades, distorsionando los propios recuerdos:
o Lo que la víctima cree: Duda sobre su capacidad para razonar y comprender las cosas, cree que se ha imaginado sucesos y duda sobre sus percepciones (p. ej. lo que ha visto o escuchado), lo que le lleva a cuestionarse su memoria e inteligencia.
o Lo que sucede en realidad: La víctima tiene una visión fragmentada de la realidad (con vacío o lagunas creadas por el cuestionamiento del agresor), lo que le impide exigir explicaciones o responsabilidades al manipulador.
-Merma de la autoestima:
o Lo que la víctima cree: Siente que comete demasiados errores y, por consiguiente, que sus capacidades están disminuidas.
o Lo que sucede en realidad: El miedo a ser criticado ante cualquier error y la preocupación constantes daña progresivamente la autoestima de la víctima de luz de gas. Esto, a su vez, puede hacer que la persona termine asumiendo un rol sumiso.
-Sospechas de padecer un trastorno mental, sintiendo dificultad para discernir lo que es real y lo que no:
o Lo que la víctima cree: Cree que su percepción es poco fiable, lo que le lleva a considerar que puede tener un trastorno mental o demasiados sesgos, pues esto es lo que podría explicar sus distorsión de la realidad.
o Lo que sucede en realidad: La víctima de luz de gas termina sintiéndose confundida sobre sí misma y todo lo que le rodea, provocando un estado de hipervigilancia y un malestar emocional profundo que puede derivar en problemas psicológicos como la ansiedad o la depresión.
-Dependencia hacia el agresor y aislamiento social:
o Lo que la víctima cree: Piensa que el manipulador se ve obligado a tomar el control de la situación debido a su ineptitud y falta de criterio. No le apetece tener encuentros sociales a fin de evitar la crítica y/o tener que dar explicaciones sobre su situación.
o Lo que sucede en realidad: Su ya mermada autoestima y su sentimiento de indefensión hacen que se retraiga. También puede tener dificultades para confiar en los demás por lo sucedido, haciendo que se encuentre en un estado de hiperalerta a fin de prevenir posibles manipulaciones o volver a ser juzgada (con el desgaste emocional que ello conlleva) y a sentirse mal consigo misma.
En conclusión, las consecuencias psicológicas de la víctima de luz de gas son un aumento de la inseguridad y baja confianza en sí misma (lo que influye en la toma de decisiones y genera dependencia emocional), esto es, baja autoestima. También puede tener síntomas de ansiedad (pudiendo llegar a padecer estrés postraumático) y/o depresión (con ideas suicidas y autolesiones en los casos más extremos) debido a sus sentimiento de escasa valía y autoinculpación constante.
"Toda frase que descalifique la percepción, la sensibilidad y la subjetividad propia tiene un efecto potencialmente destructivo".
6. El perfil psicológico de quien practica la luz de gas.
El perfil psicológico de quien practica la luz de gas es el de una persona con cierta astucia y buenas habilidades sociales, sabiendo mostrarse seductora, encantadora y segura de sí misma cuando es necesario o excesivamente protectora. De hecho, normalmente sus muestras de violencia explícita son escasas y muy sutiles y, salvo en ciertos casos y cuando la relación está muy avanzada, no se acompaña de otras formas de abuso.
También, se ha encontrado que las personas que hacen luz de gas se sienten incómodas e inseguras ante la adversidad, optando por emplear conductas antisociales (muchas veces sin aparente justificación) a fin de conseguir sus objetivos. En este sentido, demuestran su escasa o, incluso, nula capacidad de autocrítica al no mostrar arrepentimiento, culpa o vergüenza por lo sucedido, justificando su comportamiento mediante una excusa externa. Disfrutan, por lo tanto, utilizando su poder, mostrando así cierto egocentrismo y egoísmo, pues buscan reafirmarse, satisfacer su ego y controlar a la otra persona para su propio beneficio (ya sea a nivel laboral, social, personal, etc.). En resumen, se trata de personas que buscan cubrir sus propias inseguridades o imponer su criterio de forma egoísta.
Quien hace luz de gas suele ser una persona a la que le resulta cómodo cuestionar, manipular, mentir, engañar y juzgar a la víctima, independientemente de que sea capaz de percibir el malestar ocasionado en ésta. Tampoco le cuesta distanciarse emocionalmente de la víctima, utilizando el chantaje emocional y un estilo pasivo-agresivo de comunicación (p. ej. dejando de hacer planes o de hablar, sin contar con la víctima a la hora de planificarse). Por ello, suele tratarse de una persona poco empática e, incluso, con un perfil narcisista. El narcisismo es un trastorno de la personalidad en el que se tiene una imagen inflada de sí mismo y se preocupa excesivamente de sí misma, exigiendo admiración y un trato especial, resultando arrogante.
Otro perfil asociado a la luz de gas es el propio de quien tiene comportamientos antisociales, como el sociópata o el psicópata, demostrando falta de solidaridad y nulo sentido de la justicia. Concretamente, en la sociopatía, la persona minimiza e ignora los sentimientos ajenos, adoptando sus propias reglas sociales y actuando, en ocasiones, con cierta impulsividad. En cambio, en la psicopatía, la persona carece de empatía y busca controlar a los demás para su propio beneficio de forma calculadora, sin sentir culpabilidad ni dolor por las consecuencias.
En cualquier caso, no tener ningún trastorno de la personalidad tampoco es excluyente para poder hacer luz de gas. Sin embargo, es habitual que se dé la denominada triada oscura (rasgos de narcisismo, psicopatía y maquivelismo presentes que no necesariamente implican una patología). Esto se debe a que estas acciones siempre se hacen para beneficio de quien hace la luz de gas (y de no la victima), ya sea en el ámbito de pareja, familiar, amistades, profesional, político o institucional.
"Aunque, a veces, la persona no es consciente de que hace luz de gas, lo habitual es que se trate de una persona egoísta, poco empática y manipuladora".
7. Cómo actuar en el caso de ser víctima de luz de gas o gaslighting.
"Reconocer, observar y aceptar la situación de forma objetiva es la clave para poder superar este maltrato psicológico. Poner una distancia con el agresor y pedir ayuda a terceros, incluso ayuda psicológica, es fundamental".
En primer lugar, es imprescindible confiar (aunque sea mínimamente) en los propios sentimientos e intuiciones para permitirse reflexionar sobre si se está siendo víctima de luz de gas. Para este proceso, es recomendable y facilitador el poder mantener una distancia con el manipulador a fin de poder salir de la situación y ser más consciente de lo ocurrido, dejando de normalizar comportamientos que dañan emocionalmente y minan la autoestima.
Una forma de ser más consciente es revisar los eventos sucedidos y comenzar a anotar los acontecimientos que le hacen sentirse mal o le generan sentimientos encontrados (a través de un diario, notas de voz, mensajes, etc.). Cuantas más pruebas de lo vivido se tengan (p. ej. capturas de pantalla, mensajes o audios) más sencillo resultará validar su propia vivencia.
Otra forma de validar las propias emociones es buscando apoyo en personas de confianza, abriéndose y expresando sus sentimientos sin temor a ser juzgado. P. ej., tras una discusión con el manipulador, hablarlo con una tercera persona le ayudará a sentirse más seguro sobre lo que está experimentando. En este sentido, verbalizar lo que ocurre resulta revelador, especialmente cuando se valoran los consejos y recomendaciones. También es sinónimo de empoderamiento, pues ayuda a desmitificar la manipulación y a recuperar el control del relato de la realidad, es decir, se gana claridad de ideas y comprensión.
Asimismo, es crucial empezar a dejar de depender del estado anímico y afectivo del manipulador. Centrarse en el propio crecimiento personal, laboral, etc. y hacer planes en solitario o con otras personas contribuirá a dejar de necesitar su aprobación y, además, el manipulador no podrá menospreciar lo que se hace, ya que puede desconocerlo. Por otras parte, el no depender del agresor impedirá el posible chantaje de retirar la ayuda.
Por último y relacionado con lo anterior, está el autocuidado, es decir, crear espacios en los que poder recuperarse del desgaste psicológico y reconectar con uno mismo y su propia valía. Actividades como hacer ejercicio, salir con amigos o recuperar antiguas aficiones son fundamentales para la mejoraría.
7.1. Estrategias para con el agresor: Cómo recuperar el poder en la relación.
Con el fin de poder revertir la situación y que el manipulador deje de emplear esta técnica, es importante aplicar las siguientes estrategias para con el agresor:
-Tener en cuenta que todas las emociones son legítimas y reales. No disculparse por cómo se siente, respetando las propias emociones.
-Poner límites de manera clara y directa, recordando que la luz de gas es una forma irrespetuosa y agresiva de comunicación.
-Mantenerse firme en las propias decisiones, independientemente de la del manipulador y otorgarse el derecho al propio error.
-Aplicar el derecho a no estar de acuerdo con la opinión de la otra persona, dando por terminada la conversación al detectar cualquier tipo de manipulación.
-Defenderse cuando le reste valor delante de otras personas, expresando abiertamente que se tiene una opinión diferente.
-No ceder a sus chantajes emocionales (p. ej. sus silencios), ya que esto reforzará dicho comportamiento, lo que hará que lo haga con más frecuencia e intensidad cuando quiera que la víctima cambie de opinión.
-Mostrar disconformidad con el agresor. Es importante que el manipulador se dé cuenta de que dicho comportamiento acarrea consecuencias negativas, mostrándose molesto tras lo ocurrido e, incluso, cancelando algún plan.
En conclusión: es primordial comenzar a establecer límites y expresar claramente los sentimientos, restaurando una dinámica de respeto. Sin embargo, la intención no siempre es suficiente y, para recuperar la propia autonomía y protegerse emocionalmente, no siempre se puede mantener la relación con el manipulador.
"No siempre es posible crear una dinámica de respeto con el manipulador y, en ocasiones, es necesario establecer un contacto cero con éste".
7.2. Luz de gas y terapia psicológica: ¿cuándo es necesario acudir a terapia?
La necesidad de terapia psicológica depende básicamente de la magnitud del daño psicológico causado a la víctima. Esto suele estar relacionado con el tiempo que se lleva en la relación, si se ha contado y cuenta con una red de apoyo, los posibles síntomas psicológicos de ansiedad o depresión, la merma de autoestima ocasionada, etc..
Asimismo, es recomendable acudir a terapia cuando se sospecha que se está sufriendo luz de gas y no se siente completamente seguro, pues le puede dar una visión más neutral y objetiva de lo que está sucediendo. A este respecto, es importante recordar que, a veces, aunque el entorno intente ayudar, puede no tener una visión del todo acertada, ya sea por desconocimiento del funcionamiento de dichas dinámicas, la falta de datos o la posible manipulación por parte del abusador.
En El Prado Psicólogos abordamos, entre otros, los siguientes aspectos:
-Volver a conectar y confiar en las propias emociones e intuiciones, aumentando la confianza personal.
-Validar la propia realidad, reaprendiendo a fiarse del la propia percepción, criterio y experiencia emocional.
-Legitimarse a uno mismo y sus emociones, sabiendo poner límites.
-Defenderse de los ataques ajenos.
-Diferenciar una relación sana de una tóxica, sin necesitar la aprobación de los demás para sentirse bien con uno mismo.
-Dejar de lado la dependencia emocional, volviendo a tomar las riendas de la propia vida, tomando sus propias decisiones de forma adecuada.
-Mejorar la autoestima, con la consiguiente trabajo en el diálogo interior.
-Sanar las posibles huellas traumáticas que ha podido dejar la relación a través de técnicas como EMDR o hipnosis.
"Cuando se es víctima de luz de gas se necesita confiar en alguien que ayude a entender el proceso vivido y recuperar la confianza en sí mismo".
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