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¿Cuántas veces has pensado en cambiar algo importante y acabas cayendo en la desidia? ¿Te sorprende ver cómo otras personas, aun sabiendo lo que necesitan hacer, no logran movilizarse? Estos momentos puntuales de desmotivación son normales. Pero cuando el cansancio se instala y la falta de interés se vuelve una constante, podemos estar ante algo más profundo: la apatía.
La apatía es un estado emocional que puede deteriorar lentamente nuestra calidad de vida, robándonos la motivación, la iniciativa y hasta el deseo de disfrutar.
Entender qué es la apatía, cómo se manifiesta y qué tratamiento puede ayudarnos es fundamental para no quedarnos atrapados en el sufrimiento silencioso que conlleva.
Los autores clásicos describían la apatía como la falta de vigor o energía. Actualmente, la psicología la define como un estado de desmotivación o desinterés por distintos aspectos de la vida. Este estado de apatía puede aparecer asociada a un estado de malestar (entre el que destaca el sentimiento de culpabilidad) cuando la persona es consciente de su cambio emocional. No obstante, en la apatía más "pura" la persona no tiene un nivel de malestar subjetivo tan alto, pudiendo permanecer en un estado de indiferencia emocional.
"No se trata de estar cansado o aburrido, ya que afecta significativamente al funcionamiento diario y de forma continuada".
La apatía no siempre aparece de forma generalizada, puede ser una apatía selectiva:
"La apatía puede darse ante ciertas situaciones y personas que no despiertan interés, de forma que no se produce la motivación suficiente como para realizar un esfuerzo (o acción)".
Apatía general: La apatía se manifiesta en distintas áreas de la vida.
Apatía cognitiva: Implica la falta de iniciativa en las actividades cognitivas y la pérdida de interés por las mismas. Ejemplo de ello pueden ser la apatía a nivel académico o laboral.
Apatía emocional o afectiva: La disminución del interés y la respuesta a estímulos emocionales es notable, pudiendo mostrar indiferencia afectiva (p. ej., la pérdida del interés sexual).
Apatía conductual: La apatía se ve reflejada en la falta de iniciativa, interés y compromiso en las actividades cotidianas (incluso en las sencillas).
Apatía social: Desinterés por las relaciones sociales, con la consiguiente tendencia al aislamiento.
Apatía primaria: Es la falta de motivación pura, no asociada a una causa concreta.
Apatía secundaria: La apatía aparece asociada a otros problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión o algún tipo de demencia (entre otras).
Además, algunos autores diferencian entre la apatía transitoria (debido a situaciones temporales) y la apatía crónica (originada por trastornos neurológicos, psiquiátricos o enfermedades crónicas).
"La apatía es común en la adolescencia".
Pérdida de motivación e ilusión.
Falta de iniciativa.
Procrastinación y falta de perseverancia.
Reducción de la actividad y la productividad laboral, indiferencia ante las distintas responsabilidades.
Pérdida de interés.
Dedicarle menos tiempo a las actividades de interés y ocio.
Poca atracción por nuevas experiencias.
Vida social pobre (desinterés por acontecimientos sociales y disminución de la comunicación social).
Escasa o nula respuesta emocional ante los acontecimientos (positivos y negativos).
"La apatía actúa de forma sutil, deteriorando lentamente la calidad de vida".
Hay varios síntomas que pueden aparecer junto con la apatía, pero que también ocurren en otros estados mentales psicológicos, por lo que no se pueden usar como prueba directa diagnóstica de la apatía:
Sensación de cansancio y sobreesfuerzo.
Menor capacidad de atención, concentración y memoria.
Dificultad para planificar acciones y tomar decisiones.
Disminución de la capacidad de esfuerzo y compromiso.
"La apatía puede implicar sufrimiento y sentimientos de culpabilidad, aunque estos síntomas son más frecuentes en la depresión".
Es importante distinguir la apatía de otros estados que se le parecen:
Abulia: En el caso de la abulia, la persona tiene interés por actuar (a diferencia de la apatía), pero le cuesta iniciarla. Por ello, la abulia suele definirse como la falta de voluntad.
Pereza: La pereza implica la postergación de actividades por el esfuerzo que éstas conllevan, pero no necesariamente supone el desinterés en dichas actividades.
Agotamiento emocional: Aunque ambos conceptos guardan relación, el agotamiento emocional es la puerta de entrada a la apatía. El agotamiento emocional surge cuando, de forma sostenida en el tiempo y, a pesar de las acciones emprendidas, no se consigue alcanzar el objetivo propuesto.
Anhedonia: La anhedonia es la incapacidad o la limitación para experimentar placer. Esta pérdida de placer es la responsable de que la persona deje de realizar ciertas actividades. En la apatía no tiene por qué haber una pérdida de placer, sino principalmente falta de interés e iniciativa.
Desconexión emocional: La desconexión emocional es la dificultad o la incapacidad para experimentar emociones. Supone un estado disociativo que puede llevar a la falta de motivación y el desinterés.
Vacío emocional: Aunque la sensación interna de falta de emociones que puede resultar angustiante, en el vacío emocional se puede mantener un estado de motivación (p. ej., de carácter fluctuante o funcional). Asimismo, este vacío causa una sensación de sufrimiento alto, a diferencia de la apatía, que suele provocar indiferencia.
Depresión: La depresión es un estado de tristeza más profundo y marcado, con una sintomatología más amplia y un malestar más intensos.
A continuación, se describen las causas frecuentes de la apatía:
Consumo de alcohol, cannabis (síndrome amotivacional) u otras drogas.
Infecciones.
Anemia.
Alteraciones o cambios hormonales (p. ej., hipertiroidismo o menopausia).
Fármacos antialérgicos, antihipertensivos, antidepresivos o neurolépticos.
Trastornos del aprendizaje (p. ej., TDAH), como resultado de los efectos acumulativos.
Lesiones cerebrales o accidente cerebrovascular.
Demencias (p. ej., enfermedad de Parkinson o Alzheimer).
Esclerosis múltiple (más común en fases avanzadas).
Enfermedades graves como el cáncer.
El aburrimiento o la monotonía (p. ej., a nivel social o en pareja).
Esquema de pensamiento negativo o de indefensión.
Baja tolerancia a la frustración.
Estrés crónico y burnout.
Tras brotes psicóticos o esquizofrenia.
Poco autocontrol.
Depresión mayor.
La inactividad social y afectiva.
"La apatía no es una forma de ser, se trata de un problema de salud mental".
A nivel cerebral, se ha encontrado una asociación entre la apatía y la alteración de la conexión entre el lóbulo frontal y los ganglios basales, lo que explica la dificultad a la hora de conectar la emoción y el pensamiento y, en consecuencia, la reducción de la iniciativa conductual. También se ha asociado con las lesiones en el prefrontal dorsolateral y las áreas asociativas, (algo frecuente en las demencias y otros trastornos físicos y psíquicos), así como en la modificación de la transmisión de los neurotransmisores (que se da ante el consumo excesivo de cannabis). Reducir la actividad dopaminérgica a nivel cerebral (como sucede con los neurolépticos) provoca la insuficiencia de circulación de dopamina por la vía mesocortical, lo que puede aumentar o generar la apatía.
La apatía es un estado emocional complejo y, en la mayoría de ocasiones, es la punta del iceberg de un proceso interior de miedo, decepción y/o lucha interna. Por ello, es frecuente que la apatía aparezca como un síntoma de:
Estrés crónico.
Ansiedad.
Experiencias traumáticas.
Depresión.
Demencia, debido a la degeneración de las estructuras cerebrales anteriormente mencionadas.
Para saber si se siente apático, puede basarse en algunas de las siguientes preguntas:
¿Normalmente te sientes desmotivado, con falta de interés o ilusión?, ¿dirías que es tu estado habitual?
Si te sientes desmotivado o con falta de energía, ¿sueles identificar el origen de ese estado?
¿Has intentado cambiar ese estado emocional de alguna manera?
¿Los demás han percibido algún cambio en ti y en tu motivación?
¿Eres consciente de qué áreas de tu vida te estimulan más?
¿Sueles dejar de lado aquellas cosas que, a pesar de ser buenas para ti, requieren un esfuerzo?
¿Haces las cosas únicamente por obligación y bajo presión?
¿Estás dejando cosas sin hacer en tu trabajo o tu vida cotidiana?
¿Estás teniendo más errores de lo habitual en tu trabajo?
¿Te distraes demasiado durante la jornada laboral y ésta no resulta fructífera?
¿Sientes que has abandonado tus metas u objetivos personales y/o laborales?
"Si has respondido positivamente a la mayoría de las preguntas, probablemente estés en un estado de apatía del que te está costando salir".
El tratamiento psicológico de la apatía o la desmotivación parte de la base del descarte médico de los problemas anteriormente descritos (p. ej., problemas hormonales). Por ello, antes de comenzar la terapia, es recomendable acudir al médico a fin de descartar un origen o agravante a nivel orgánico.
Las primeras sesiones de la psicoterapia servirán para detectar o descartar posibles problemas psicológicos asociados, así como para aprender a identificar y entender el origen de la apatía. Otro punto importante a abordar será, precisamente, la culpabilidad que puede aparecer asociada al estado de apatía. La reflexión, la toma de iniciativa y la autocompasión serán fundamentales para conseguir mejorar este estado, aumentando también con ello la propia autoestima (cuestión a abordar de forma paralela durante la terapia). Asimismo, será necesario tratar posibles miedos subyacentes (p. ej., al fracaso) y creencias disfuncionales (p. ej., aquellas relacionadas con el perfeccionismo), a fin de mejorar la resiliencia. En este sentido, aparte de las herramientas de corte cognitivo-conductual, técnicas como EFT, EMDR, hipnosis clínica o Brainspotting pueden resultar de utilidad.
El tener un estilo de vida saludable —evitando la inactividad y el aislamiento— resulta fundamental para mejorar la sintomatología. Por ello, fijar un plan de acción realista y gradual (con metas concretas basadas en los propios valores), mejorar la capacidad de afrontamiento y de resolución de problemas, la búsqueda de apoyo y el autocuidado (alimentación, ejercicio físico que ayude a generar endorfinas, etc.) son aspectos igualmente esenciales a la hora de establecer los necesarios cambios en la vida cotidiana. En este sentido, y dependiendo del caso, puede ser recomendable seguir algún tipo de tratamiento a nivel farmacológico a fin de ayudar a generar los cambios precisos para la mejoría del bienestar psicológico.
"La clave para vencer la apatía es aprender desafiarla, empleando mecanismos de motivación intrínseca y extrínseca, siendo consciente de que no siempre es necesario estar motivado para tomar la iniciativa o cumplir con las propias obligaciones".
Si te sientes identificado con estos síntomas y buscas un tratamiento para la apatía eficaz y humano, en El Prado Psicólogos te ofrecemos un espacio seguro, cálido y profesional para reconectar con tu motivación y bienestar. Nuestro equipo está especializado en ayudarte a comprender tu estado emocional y acompañarte en el proceso de cambio.
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