La desmotivación es un estado que prácticamente todos hemos experimentado en alguna ocasión. Cuando estamos desmotivados es como si las fuerzas nos abandonasen y muchas de las actividades que antes nos animaban pierden su atractivo. A menudo esta sensación llega acompañada de apatía y tristeza, perdemos el fuelle que nos mantenía en movimiento.
Qué es la desmotivación
La motivación es un estado interno que dirige nuestra conducta para lograr determinadas metas o satisfacer ciertas necesidades. Cuando nos planteamos un objetivo o sentimos una necesidad, la motivación es el motor impulsor que nos permite emprender las acciones necesarias. Por ejemplo, un joven puede elegir una carrera y esforzarse a lo largo de los años motivado por su profundo interés por esa profesión.
La desmotivación, al contrario, es la falta de esas razones para guiar nuestro comportamiento, es la pérdida del entusiasmo, la disposición y la energía para llevar a cabo determinadas actividades. Es un sentimiento de desesperanza y pesimismo que surge cuando nos enfrentamos a determinados obstáculos. Obviamente, se trata de un estado interior muy limitante que incluso nos puede llegar a bloquear en el plano emocional.
Síntomas de desmotivación
Algunos de los síntomas más evidentes de que estamos desmotivados son los siguientes:
- Pérdida del interés por satisfacer las necesidades básicas, como comer o asearse.
- Pensamientos negativos sobre sí mismo y su entorno. La persona piensa continuamente en términos de fracaso y desestima sus capacidades.
- Irritabilidad y cambios en el estado de ánimo. Lo más usual es que aparezcan signos de desesperanza, disminuya el umbral de tolerancia a la frustración y se instaure la apatía.
- Cambios en los hábitos de sueño. La persona generalmente comienza a sufrir insomnio y no logra descansar lo suficiente.
¿Por qué estás desmotivado?
Esa sensación de desmotivación, aburrimiento, desánimo y apatía puede tener diferentes causas:
- Miedo: El miedo es una emoción muy limitante que nos paraliza y nos impide avanzar. Cuando tenemos miedo, aunque solo una parte de nosotros lo experimente, la desmotivación y la pérdida del entusiasmo pueden actuar como un mecanismo de defensa que intenta mantenernos “a salvo”.
- Motivos extrínsecos: Cuando el motivo que guía nuestros pasos está determinado por la presión social, la desmotivación no tarda en aparecer, ya que en realidad actuamos movidos por los deseos de los demás, sin tener en cuenta nuestras necesidades e intereses.
- Cambio de necesidades: A lo largo de la vida nuestras necesidades cambian, pero a veces nos empeñamos en mantener las mismas metas. En ese caso, nuestros objetivos pueden perder su poder movilizador y la desmotivación se convierte en una señal de aviso que nos indica que debemos cambiar el rumbo.
- Ausencia de metas claras: Cuando no tenemos objetivos bien definidos que guíen nuestros pasos, es fácil caer en la desmotivación, ya que sentimos que nos estamos esforzando sin saber muy bien por qué. Se trata de un problema bastante común, sobre todo cuando tomamos decisiones por inercia, movidos por las circunstancias y sin reflexionar sobre lo que realmente deseamos.
- Falta de desafíos: Todos necesitamos poner a prueba nuestras capacidades ya que así crecemos como personas y ganamos independencia y autonomía. Por eso, cuando emprendemos un proyecto pero no tenemos suficiente libertad de acción y deja de representar un reto para convertirse en algo mecánico, aparece la desmotivación.
- Aburrimiento crónico: cuándo te encuentras aburrido en tu trabajo, realizando tareas mecánicas o te sientes aburrido a nivel vital, viviendo una vida sin alicientes, puedes sentir que nada te motiva.
Áreas en las que podemos estar desmotivados
Hay diferentes tipos de desmotivación, dependiendo del área en el que ésta se produzca:
- Desmotivación laboral. La falta de progreso en el trabajo, los problemas de comunicación, un mal clima laboral, la falta de autonomía y la inseguridad son algunos de los factores que conducen a la merma de la motivación laboral. Para la persona desmotivada, ir todos los días al trabajo demanda un esfuerzo titánico y, obviamente, su productividad se ve afectada. Así se genera el fenómeno del presentismo, empleados que están en su puesto de trabajo e incluso hacen más horas, pero que no son más eficaces sino todo lo contrario.
- Desmotivación escolar. El bullying, la incapacidad para suplir las necesidades educativas especiales de algunos niños, los métodos educativos erróneos o la falta de apoyo en casa son algunas de las causas que generan la desmotivación escolar. En estos casos, el niño puede negarse a ir a la escuela, inventar síntomas ficticios o hacer novillos. A la larga, si este problema no se soluciona, el niño puede abandonar los estudios. De hecho, la desmotivación es una de las principales causas del fracaso escolar.
- Desmotivación en la pareja. La rutina cotidiana, la falta de comunicación, los conflictos de convivencia o incluso los cambios en los intereses son factores que conducen a la desmotivación en la relación de pareja. En ese caso, uno de los miembros pierde el interés en la relación, se vuelve apático e indiferente y se rompe el lazo emocional que los unía. Cuando esta situación no se revierte, es probable que la pareja termine rompiendo.
- Desmotivación existencial. Hay ocasiones en que la desmotivación no se limita a una esfera sino que se extiende prácticamente a todas las áreas de la vida, entonces se trata de una crisis existencial. En estos casos, la persona pasa por un periodo marcado por la tristeza y la desesperanza, en el cual se plantea algunas cuestiones existenciales, como por ejemplo: ¿Cuál es mi objetivo en este mundo? ¿Qué haré con mi vida? ¿Qué sentido tiene vivir si voy a morir? Cuando la crisis existencial no se resuelve y la persona no encuentra motivos suficientemente válidos, suele aparecer la depresión.
Las consecuencias de la falta de motivación
La desmotivación no es necesariamente un estado negativo. De hecho, en algunos casos puede ser una señal de alarma que nos indica que debemos reflexionar y cambiar el rumbo pues lo que estamos haciendo no nos satisface ni nos hace felices. Por eso, cuando la desmotivación toca a nuestra puerta, no debemos hacer oídos sordos.
Sin embargo, cuando la desmotivación se convierte en una tendencia recurrente y estable a lo largo del tiempo se transforma en apatía y desgana, un estado de ánimo muy peligroso que pueden generar un cuadro depresivo y afectar nuestra salud, tanto física como psicológica.
Además, la desmotivación limita enormemente nuestra capacidad para relacionarnos, hace que nos encerremos cada vez más en nosotros mismos y que nos mostremos más irritables. También lastra nuestra fuerza de voluntad, afecta profundamente nuestra autoconfianza y nos impide asumir nuevos riesgos, destinándonos a la inmovilidad y cerrando a nuestro alrededor un círculo vicioso marcado por el desencanto.
El coaching como herramienta para encontrar la motivación
El coaching es una herramienta ideal para encontrar la motivación en cualquier área, ya que a través de este proceso podrás ser plenamente consciente de tu situación actual y plantearte nuevos objetivos que te ayuden a motivarte. Un coach te ayudará a escudriñar dentro de ti para que descubras lo que quieres realmente y para que puedas conseguir esas metas.
El coach te ayudará a encontrar soluciones, te motivará y acompañará a lo largo del camino, brindándote esa dosis extra de motivación que necesitas. Gracias al proceso de coaching podrás mantenerte focalizado en los objetivos que te plantees y aprenderás a disfrutar del camino y a motivarte con los pequeños logros que vayas consiguiendo.
¿ Cómo puede ayudarte a motivarte el coaching?
- Te ayudará a determinar tus objetivos con mayor claridad
- Te permitirá encontrar tus verdaderas pasiones e intereses, esas cosas que realmente te motivan
- Podrás aumentar tu autoconfianza y autoestima
- Eliminar cualquier tipo de bloqueo emocional o temor que te impida alcanzar tus metas
- Superar la desmotivación y encontrar dentro de ti el motor que te impulsa
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